La palabra que resume las intenciones del gobierno es modernización. En sus inicios significaba muchas cosas, la polivalencia del término condujo a una pluralidad de creyentes en los destinos de la política que se instauró el 10 de agosto del 92.
La política economicista puede convertirse en ciencia oculta y elaborar un discurso axiomático, incuestionable, con el temple del dogma correspondiente a la apariencia.
La violencia ha sido camino de solución, cuando expresa una conciencia superior respecto del pasado que niega. La salida del problema de las drogas supone esta consideración. La administración norteamericana, hoy la reconoce.
El debilitamiento de la vieja conducción ideológica ha cedido ante la iluminación del economicismo, panacea y virtud al interior de cualquier quehacer del Estado.
El campo de batalla se modifica por la lenta disolución de fronteras nacionales en la política, la comunicación, el transporte, la migración de recursos de la economía mundial.
Algunos sectores empresariales advierten ciertas tendencias negativas en la economía tales como la reducción de las ventas, la contracción del empleo, la merma de la demanda o, en general, la incapacidad y ausencia de estímulos a los procesos productivos del mercado.
La mutación de la política mundial y su proyección sobre los escenarios nacionales ha conformado espontáneamente corrientes unificadoras de posiciones diversas. La contradicción no es solo confrontación permanente, sino que, en muchas circunstancias, deviene fundamento del recíproco reconocimiento, consecuencia del actual curso del caos y orden mundiales.
La cohesión social se mantiene también con prejuicios. Y en el subdesarrollo, con cierta inquisición que sacrifica al ciudadano común en las brasas de las discusiones inútiles.
La división internacional de los procesos productivos va borrando las fronteras nacionales; es la superación (o el tránsito) de la producción nacional en la economía mundial que no se hace de la suma de economías nacionales, sino de la continuidad global de la producción precedida por una casi uniforme circulación financiera, crediticia, monetaria.