De los procesos productivos a la formacion profesional

El fin de la simulada planificación nos enfrentó de manera absolutamente inesperada a la espontaneidad.  Mas los cambios en las condiciones internacionales y nacionales imponen al país elevar la calidad de la organización del Estado e impulsar la eficiencia y productividad de la empresa privada en todas sus dimensiones. 

En este espacio se origina una demanda variada de formación profesional para la educación universitaria: administradores, gerentes y, en general, profesionales con capacidades ejecutivas en la conducción de organizaciones económicas, generalistas que manejen la diversidad de factores sociales, que contribuyan a la integración de la economía nacional con la mundial.

La comunicación entre el mercado y los centros de educación superior es necesaria, porque la sola oferta de trabajo que hace el mercado o la callada demanda de especialistas en la producción no bastan.  La angustiosa comunicación entre el mercado y los profesionales se basa en un agraviante avalúo de la capacidad del producto universitario.  Desde la sociedad se exige un perfil profesional cada vez más distante del que ofrece la universidad, de ahí que hasta los avisos clasificados revelan ese alejamiento.

Debe cultivarse una relación esencial y permanente de la Universidad con las funciones del Estado, y los nexos entre la universidad y la empresa privada, las organizaciones de planificación, los pertinentes organismos internacionales y aquellos que programan inversiones de largo plazo.

La profesión es un camino en cuyo recorrido y diversificación caben opciones de especialización en las denominaciones establecidas: técnicos, instrumentalistas, humanistas, científicos.

Tarea de la educación superior es aprovechar la asignación de recursos para el fomento de disciplinas congruentes con el sentido del desarrollo; de esta manera se orientará vocacionalmente -al margen de una sobreoferta- la formación profesional hacia el curso exigido.

Es una condición de superación renovar los vínculos de la universidad con la sociedad y el Estado y liberarla internamente del gregarismo partidista: no de los intereses de los estamentos universitarios (profesores, trabajadores, estudiantes, empleados), no de la política, pues los dos son procesos reales que no deben apartarse del movimiento social, en nombre de un apertrechamiento universitario que los anula y los convierte en obstáculos para su propio adelanto.

Los hilos de la espontaneidad operan cruelmente en la regulación de la cantidad y calificación de profesionales, cuando las demandas productivas y el mercado son desconocidos.  Establecer lazos permanentes con el sistema empresarial ecuatoriano contribuirá al mejor desenvolvimiento profesional.

El destino de la transformación de la universidad está relacionado estrechamente con la orientación de los sucesos internacionales, con la división internacional del proceso productivo, y con el contenido del progreso manifiesto en las innovaciones que cambiaron el mundo de hoy.

Es imperativo corregir las ocupaciones de investigación en el Ecuador -de la pretensión descubridora o resumidora que tiene-, y volverlas conscientes de que no deben inventar la ciencia otra vez, sino explicarla, y mantenerse como descubridoras en lo relativo a las condiciones concretas de existencia.