El diálogo, destino del conflicto Ecuador-Perú

Se ha levantado cierto clamor por que el Presidente de la República no viaje a Lima, a la reunión con Fujimori. Se considera que la actuación de determinados diputados peruanos constituye desprecio a la posición ecuatoriana.  Y esto de hecho es así.

No obstante es imprescindible dar continuidad al diálogo e ir aproximando los ritmos de comprensión del problema que tienen los diversos sectores de la sociedad tanto ecuatoriana como peruana.

Entre Ecuador y Perú, el camino de respeto a sus derechos territoriales es la unidad de la diplomacia, la política, la moral y la historia.  De allí podrán emerger resultantes satisfactorias y relaciones armoniosas que impliquen el desarrollo de las dos naciones.

El silencio de más de 50 años, después del 41, argumenta en contra de las demandas del Ecuador y sus intereses.  Desde entonces, el encierro y ensimismamiento en razones propias de ninguna manera argumentan ni ante otros países y ni siquiera ante los habitantes de esos territorios cuya pertenencia reclamamos.

Si el Presidente Durán Ballén asiste a Lima, aunque fuese mal recibido,  demostraría la existencia de una solución posible.

La agotada posición que se opone al viaje del Presidente Durán-Ballén al Perú nace de un equívoco que en la mayoría de los casos ha estimulado una desastrosa conducción política, la queja aislada -sin embargo justa- por la reducción constante del territorio, carente de consecuencias prácticas y acústica internacional.

Los pueblos conducen sus actos con una sabiduría poco previsible.  La del pueblo ecuatoriano se expresó en el reconocimiento de la importancia histórica que cobraba el que un Presidente peruano visite el Ecuador.  El pueblo ecuatoriano con eso le dijo al mundo que desea una frontera que hermane a los dos países.

El Perú está abrumado por grandes dificultades sociales, el Estado vetusto, un sector de FFAA resentido y «en guerra interna», la abismal diferencia económica entre las clases, las formas de violencia.  Es obvio que en esas condiciones el Perú necesita arreglar con sus vecinos todos los conflictos de fronteras.

En la actualidad ir hacia una positiva vecindad garantiza tácticas y estrategias de desarrollo económico que suprimen la conquista territorial como expresión del avance.

La posición de las FFAA ecuatorianas tiene sentido de equilibrio, firmeza, capacidad disuasiva y respeta la solución diplomática, principio de su conducta.

Agudizar una confrontación reabre “posibles soluciones bélicas”, interés de comerciantes de armas, lo que sería grave en América Latina.  El conflicto Ecuador-Perú es una especie de volcán activo, apenas acallado por las circunstancias.

El gobierno de Rodrigo Borja alcanzó el nivel mas alto en el tratamiento del diferendo: ubicado el objetivo preciso, condición de un diálogo que tienda a acordar la justa demarcación acceso soberano a puerto soberano en el Amazonas-, planteó como procedimiento el arbitraje Papal  para la delimitación de la frontera y abrió el diálogo con el presidente Fujimori.

El mérito del presidente Durán-Ballén ha sido dar continuidad a este proceso.  Desgraciadamente con un Estado caduco e ineficiente, no con todas las exigencias políticas, técnicas, diplomáticas y militares que se requiere.  El tratamiento de Cancillería no ha logrado aún la cautela ni la protección que se precisa.

No asistir a Lima sería callar o reabrir nuevamente la etapa en la cual no dimos un solo paso en la solución del conflicto y perdimos en posesión y ubicación de hitos.  Los silencios argumentan contra la tesis del Ecuador.