La mutación de la política mundial y su proyección sobre los escenarios nacionales ha conformado espontáneamente corrientes unificadoras de posiciones diversas. La contradicción no es solo confrontación permanente, sino que, en muchas circunstancias, deviene fundamento del recíproco reconocimiento, consecuencia del actual curso del caos y orden mundiales.
En el sistema ecuatoriano la hostilidad endurece diferencias, como una piedra frente a otra, inconmovibles y engreídas en su inmutabilidad.
La mundialización de la política junto con la de la economía invaden todos los rincones de la tierra: resquebrajan la antigua estructura de relaciones, inventan conjuntos mas elásticos, enanchan espíritus y predisponen las miradas hacia lo nuevo.
Surgen demandas de cauces multipartidarios para posiciones que antaño solo tenían en común trincheras enfrentadas. Y es que ahora, mantenerlas estáticas, en el agua de este tormentoso desborde de la historia, no solo deja de ser ético, a mas de inútil, sino que es síntoma de muerte.
Se han cultivado como virtudes el aislamiento y la pugna superficial y paralizante. Se prohíben las alianzas en las elecciones pluripersonales. Justamente cuando se eligen representaciones amplias, mas cercanas a la heterogeneidad del pueblo y mas alejadas de la homogeneidad del Poder.
La democracia va cambiando. No le bastan el respeto a las mayorías, menos aún la sola voluntad de ellas, ni la aceptación de las minorías, sino que, además, demanda suprimir el agotamiento de los partidos del Poder, el aislamiento al cual han estado sometidos, y las tradicionales alianzas y oposiciones entre idénticos que substituyen el consenso por la sospechosa unanimidad oficial, bien sea en el gobierno o en la oposición.
La ciencia, la teoría, las determinaciones técnicas y la religión asumen el papel que ayer jugaba la ideología. Y por eso, la política y sus demandas prácticas son fundamento suficiente para la conjunción de fuerzas. La función destructora y constructora de la economía y política mundiales invaden toda esta sociedad que no renuncia a la búsqueda de la armonía.
A pesar de la invalidez exhibida por el Congreso, en él se han advertido potenciales formas nuevas de relación entre los partidos. Diferencias que no se suprimen hacen el camino, y una tarea es su desarrollo, contra el ocultamiento que fue en el pasado su existencia. Estos elementos constituyen principios y nociones recientes de la política en el Ecuador y el mundo.
La democracia es no solo para los idénticos, le corresponde a los distintos, porque toda identidad excluyente es falsa.
Un pueblo que no unifica sus fuerzas no asume ni contrarresta las exigencias de la sola productividad, la sola eficiencia, la sola competencia. Las causas de las reformas suprimirán falsas divisiones y antagonismos. No bastan las pretendidas justificaciones morales.
Las razones nacionales de un proceso de transformación reclaman entendimiento, decisión y fuerza para avanzar. Solo así será posible separar la política de los juzgados del crimen, donde la despostan, la reparten.
La diferenciación de las fuerzas políticas exige igualdad. Las diferencias verdaderas son las neuronas de la sociedad que requiere caminar sin que el cerebro desprecie al pie que camina.
En nombre de estas demandas y como un llamado hacia el objetivo estratégico de las fuerzas de la nación, se aliaron las organizaciones políticas Liberación Nacional y Nueva Democracia. Acuerdo que trasciende sobre el anhelo inmediato de trasvasar un río de electores.
La preocupación por un objetivo es siempre el origen de una nueva fuerza.