¿Convalescencia económica?

Algunos sectores empresariales advierten ciertas tendencias negativas en la economía tales como la reducción de las ventas, la contracción del empleo, la merma de la demanda o, en general, la incapacidad y ausencia de estímulos a los procesos productivos del mercado.

Con esto no coincide el FMI que observa convalecencia  en la economía ecuatoriana.  Sus índices macros -sin mancha humana- se ubican exclusivamente en el manejo estadístico del tema.  Esta recuperación, sin dudas, se realiza y es importante, puesto que, a largo plazo, podría significar (de mantenerse) la reactivación de la economía.

No obstante, la posible concurrencia de flujos internos de inversión se ve amenazada por la petición  de un tipo de cambio real para los exportadores.

Si se rompiera el sentido estratégico de la convalecencia, el fortalecimiento de la balanza de pagos, la tendencia decreciente de la tasa de inflación, cierta estabilidad en mercados financieros, y la disminución de las tasas, se suprimiría ese ambiente tan propicio para la inversión.  De inmediato se impondrían (como ha sucedido durante mas de un siglo) las ficciones que argumentan las demandas de los exportadores.

Los exportadores tienen razón cuando afirman que el gobierno mantiene baja la tasa de inflación por el congelamiento del tipo de cambio con el dólar, y que la inflación ha sido combatida con mecanismos monetaristas y no con el incremento de la producción.  La recesión lo demuestra.

Los meses por venir proyectarán la intensa y oculta disputa alrededor del tipo de cambio entre exportadores y gobierno.  Ya suena el canto de la exportación: el estímulo de las devaluaciones es favorable para la economía.

El gobierno no es una expresión exacta de los intereses de los exportadores, responde mas a la espontaneidad internacional de mantener un tipo de circulación monetaria que establezca vasos comunicantes con la economía mundial.

En el mes de octubre del 92 se habló de que, como consecuencia de las medidas económicas de septiembre, la inflación había alcanzado el 12% mensual, entonces no se mencionó el porcentaje anual, porque si se lo hubiese hecho, habría habido que hablar de un 144%.

En el mes siguiente, en octubre, la inflación alcanzó el 9 y el 10%, en noviembre.  Subió, bordeó y cayó  mas tarde, pero siempre se ha dado la versión de la inflación mensual y solo se comenzó a hablar de la anual cuando esta estuvo alrededor del 60% y empezó a disminuir aún de ese nivel.

La inflación de este año de gobierno debería ser medida.  La inflación real en el año 92 – septiembre/93  ha rebasado el 100%.  La información que nos ofrecen los organismos del Estado, inflación al 30%,  es un eufemismo circunstancial que oculta el verdadero incremento de precios.  Durante el próximo año podría ser que las cosas mejoraran si se mantuviera la tendencia de los dos últimos meses.  De tal manera, la información falsa premeditadamente distorsionó la realidad para adornar una política económica.

La ocupación no puede confiarse exclusivamente al empleo ofertado por el sector privado.  La prueba está en que la recesión existe, porque el sector privado no tiene mayores posibilidades de invertir.  La acumulación de dinero busca otros destinos.  La contracción del empleo y la incertidumbre en el sector estatal presentan el espectáculo de un inmenso sector desocupado que bordea (desocupación absoluta) el 20% de la población económicamente activa.  La política económica se ha reducido al bienestar del sector bancario y financiero.

El equilibrio de los índices macroeconómicos nunca ha garantizado bienestar de por sí a ningún pueblo.


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