Pablo Escobar y el fin de una política antidrogas

La violencia ha sido camino de solución, cuando expresa una conciencia superior respecto del  pasado que niega.  La salida del problema de las drogas supone esta consideración.  La administración norteamericana, hoy la reconoce. 

La agencia EFE informa:  El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, ordenó a las oficinas federales de lucha contra la droga proceder a un cambio en sus prioridades y privilegiar la asistencia a los países productores para que terminen con la producción de drogas ilegales.  La medida destaca que se debe ayudar a las naciones productoras a resolver las causas que llevan a la producción y tráfico de drogas mediante una asistencia al desarrollo económico de estos países y al refuerzo de sus instituciones democráticas.

Al parecer se considera que el centro de atención de la política antidrogas de la Administración debe ser el consumo y  la necesidad de equilibrar una política antinarcóticos con políticas de salud pública: prevención, educación y asistencia médica para el tratamiento de drogadictos.

Cabría añadir que para muchos la solución radica en la calidad total referida al procesamiento de las drogas; en la elaboración de una que reduzca la toxicidad; en el libre comercio que suprima los carteles (García Márquez, Carlos Fuentes, Milton Friedman, la revista The Economist, entre otros), y en el desarrollo de una ética espontánea que haga del placer un principio de liberación de la esclavitud de la adicción y no una fuente de autodegeneración individual.

Por todo esto abundan las preguntas.  ¿Qué se ha obtenido con la muerte de Pablo Escobar?  Muerte que se ofrece como manifestación de poder superior del Estado, pero también como expresión de la impotencia de una política represiva aislada, en el intento de lograr soluciones inalcanzables por esa sola vía, catalizadora de sentimientos efímeros que embotan toda reflexión de mayor aliento y con sentido estratégico.  ¿Acabará algún cartel?  ¿Se reducirá el consumo de droga?  ¿El dinero dejará de lavarse en Latinoamérica para ir a otras lavanderías?

¿Quién es Pablo Escobar?  ¿Es producto de la prohibición o es únicamente la respuesta al mercado de estupefacientes mas grande del mundo?    ¿Escobar es una amapola silvestre o cultivada?  Sin duda, es el nombre de miles de víctimas del terror que se forjó mirando al Estado.

Si Escobar ha muerto, como ha muerto de verdad, la muerte convierte sus huidizos pasos en semilla de Pablos distintos para ese silencio de la naturaleza que junta metales preciosos, papeles fiduciarios, dólares, armas, sangre, huesos, drogas, sueños en la planicie, en los extremos de montañas, abismos y mas allá, en esa profundidad donde toda memoria se reduce a la nada.

Han matado al malo y sus matadores reciben la gloria y los ruidos de la victoria.  Y Pablo Escobar, sentado en todas partes, era visto en todas partes, encubierto por cómplices insignificantes que mueren sin ser perseguidos.  Un día fue visto por el poeta de España que le dijo: que malo que existas, que malo que no exista la maldad y solo nos quedes tú, a quien hay que matar todos los días, para intentar la bondad.  En verdad, lo malo es que el malo exista y no exista la maldad.

La muerte del jefe del cartel solo puede ser motivo para dar un paso en el acercamiento de la conciencia a la solución del conflicto.


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