La falta de correspondencia entre el desarrollo de las ciencia y la técnica con la organización de las relaciones sociales es la mas verdadera naturaleza de una auténtica crisis.
El ritmo de la evolución social se torna insuficiente, estrecho para las conquistas del avance global. Las usadas envolturas de antiguas correspondencias ceden el paso a otras mas amplias, mas elásticas y propicias para el progreso de las fuerzas productivas.
La economía mundial ha impuesto la ruptura del viejo orden y su estructura tradicional, brecha en la cual se desenvuelve el drama del Estado y la nación ecuatorianos.
En el ámbito mundial, el tránsito del dinero-oro al electrónico, la competitividad en la circulación mercantil, la permeabilidad de las fronteras nacionales para el comercio a causa de la integración y la reducción de regímenes arancelarios, y el incremento de bases mínimas para los procesos productivos subordinan las economías nacionales a las exigencias de la productividad mundial del trabajo, a la calidad de los productos, en definitiva, a la eficiencia.
Estratégicamente, esto se resuelve con ciencia y tecnología. Lo que supone modificación de la organización y estructura de los procesos productivos, administrativos y políticos relativos al escenario nuevo en el cual debutan los creadores de productos, servicios y condiciones.
Es posible que de 156 empresas estatales se vendan 150. Pero con eso no se moderniza el Estado, menos aún, cuando tras esa exclusiva tarea se urde un manejo especulativo.
En la formación política del país se advierte la ausencia de comprensiones y cauces jurídicos que viabilicen la reforma requerida por esta nueva historia. No se sabe qué hacer para representar el desarrollo. El Estado permanece sin sentido de la evolución, no tiene posibilidades de estimular el progreso, no puede generar un proceso ideológico válido. Sus funciones carecen de coherencia interna. El sistema de partidos políticos, caduco y degradado, genera una falsa competencia electoral.
Cuando se habla de reestructuración del Estado se piensa solamente en vender, no en la modificación de relaciones de sus funciones. No se piensa aún en funciones científico-técnicas a través del mercado y los conocimientos organizativos. El instrumento político de la nación ha amontonado la herencia de silencios de todos los tiempos. Está en crisis remecido por la economía mundial.
La desarmonía política y las relaciones reivindicativas de grupos diversos con el gobierno se agravan y crece la ruptura de las afinidades humanas en su vínculo ideológico con el grupo, las clases y las formas en donde se representan sus intereses.
Vivimos una crisis profunda de toda la organización social respecto de las nuevas determinaciones mundiales. Y se añaden, desde lejos y desde la costumbre, la situación de las clases y etnias oprimidas, los sectores discriminados, la agonía del silencio de millones de hombres.
La historia del Ecuador es quizás una de la mas opacadas de América, imaginada a través de héroes mas que de mártires, de individualidades salvadoras mas que de pueblos, casi no conoce el rumor natural de las masas.
La voz del viento, el mar y la tierra pocas veces se juntan, y cuando lo hacen entonan un himno sagrado que recuerda un avance de la humanidad toda. Pero antes agoniza el silencio.