El espíritu de un pueblo es la memoria de su evolución, memoria de los que nacen en la tempestad y se sienten obligados, cada vez que vuelve, a unir contrarios para que la Historia siga y se renueve. Alejandro Idrovo Rosales es de aquellos.
Con motivo de estos 50 años de la Revolución del 28 de Mayo, en una Asamblea de su partido, Liberación Nacional, Alejandro recordó que las novedades políticas del presente nos vienen de muy atrás.
«Yo era muy joven… No soy como fui hace algunos años… El objetivo de la revolución no es el mismo. Estoy obligado a comprender lo que es ser revolucionario hoy, y el valor político del potencial productivo, condición de poder y de procesos de justicia social. Éramos jóvenes que teníamos lo sano que da el fanatismo e inclusive lo malsano del sectarismo. Sin embargo, todos los partidos (desde el Comunista hasta el Conservador, inclusive una rama del partido Liberal que estaba en el gobierno contra el cual luchábamos) creamos una organización política que se llamó Alianza Democrática Ecuatoriana, y cuya consigna era Por la unidad democrática y la restauración nacional.
«(…) La convocatoria a la Asamblea Constituyente se hizo precisamente sobre estas bases. Los diputados no eran solo provinciales, la mayor parte eran funcionales, había representantes de los trabajadores de la Sierra y de la Costa, de los indios, de los maestros, de los intelectuales, de los profesores universitarios, de los estudiantes universitarios de la Sierra y de la Costa. Y a mí me cupo el honor de ser diputado por los estudiantes universitarios de la Costa a esa Constituyente del año 1944-1945 (…).
«En la Constitución de 1945, una de las mas democráticas que ha tenido el Ecuador, quedaron sentados principios fundamentales de la democracia, su base material, su sistema político. No solo la expresión de la voluntad del electorado (…).
«Era un período en el que se había vuelto a agitar el federalismo. Y advertimos en ese anhelo la necesidad de la descentralización. Para lograrlo la Constitución del 45 elevó la fuerza administrativa y la personalidad de la provincia, el cantón y la parroquia.
«¿Qué motivó esa unidad? En primer lugar, esa frustración tremenda, el conflicto con el Perú; el Protocolo de Río de Janeiro; la dictadura atroz de Carlos Alberto Arroyo del Río, Presidente de la República; la lucha contra el fascismo; la segunda Guerra Mundial y un estado de crisis muy grave (…).
«Elaboramos un programa democrático. La Revolución de carácter civil y militar se propuso realizarlo. Los gobiernos eran una trinca liberal que se designaba a sí misma. Explorábamos el gran significado que debía desarrollar la nación, a través de la admisión democrática de las diferencias históricas, económicas, políticas y sociales de etnias y culturas integrantes de ella. Ese impulso, manifiesto en aquella disposición democrática, fue llevado a la Constitución por el movimiento del 28 de mayo de 1944, representado -simbólicamente- por Velasco Ibarra y destruido realmente por él.
«Yo revisaba ayer el programa de la Alianza Democrática Ecuatoriana y me invadió cierta sensación de presencia. Era como si estuviesen allí y aquí sus planteamientos».
… Aún nos habla la presencia de Sergio Enrique Girón, Alfredo Palacio Moreno, Pedro Ricaurte, Franklin Pérez Castro, Angel Felicísimo Rojas, José Santos Rodríguez, Leopoldo Benítez, Francisco Pólit Ortiz, Elías Muñoz Vicuña, César Endara, Pedro Jorge Vera, Juan Isaac Lovato, Gonzalo Karolys, Guillermo Lasso, Paco Saá, Manuel Medina Castro, Nelly Cereceda, Joffre Lara Montiel, José María Roura, Enrique Barrezueta. Son mas los que todavía pueden entregar el testimonio de esa fecha.
En una frase feliz Alejandro Idrovo definió el programa del mañana, con hondas raíces en el pasado: «Estoy a favor de la propiedad privada, pero en contra de ella como Estado».
El Estado como criatura de pueblos es un sueño antiguo de representatividad. Un régimen parlamentario-presidencial ecuatoriano sería un paso hacia él.
Cuando Alejandro calló, se mezclaron el silencio exterior y la turbulencia de sus palabras en la reflexión de cada uno: redescubríamos otra vertiente de la historia que hoy estamos reinventando.