Ideología del fin del siglo. Cristianismo-neoliberal

La situación social en el Ecuador es alarmante: rebasa las pesadillas que podían haber estimado los críticos de la política de ajustes neoliberales.  La desocupación va acompañada de pauperización extrema, la pobreza se incrementa de manera inconmensurable.   Y sin embargo, la matemática del gobierno no encuentra razones en su arsenal lógico para tanto lamento. 

La seguridad colectiva es motivo de ansiedad, la delincuencia crece y no aparecen formas para contrarrestarla.  La Policía que debió haber sido instrumento de protección social fue organizada (casi de manera exclusiva) como un aparato represivo ligado a demandas políticas no a eficientes acciones antidelictivas. Carece de base material y profesionalismo suficientes para cumplir con ese objetivo que la sociedad pretende asignarle.

El incremento de precios no inflacionarios,  en dos años de cristianismo-neoliberal, promedia mas del 150% anual.  Este incremento no es motivo de información estadística ni cabe en el conjuro de la aritmética oficial.

La aguda recesión, la ausencia de inversiones tanto nacionales cuanto extranjeras, la concentración del crédito, el incremento de negocios especulativos, la corrupción pública y privada que se ubica entre los espectáculos centrales del Ecuador son los costos de la estabilidad cambiaria, de la baja relativa del interés y de la renegociación de la deuda externa que constituyen conquistas del gobierno.

En el escenario de la deteriorada estructura del Estado, junto a espacios de evidente especulación, se ha desatado una ideología criminalista que invade todos los niveles de la política.  Esta ha sido substituida por una especie de cacería de piratas, prevaricadores, contrabandistas, estafadores, falsificadores. Atrapar un corrupto equivale a la excelencia, es la conducta de muchos,  partidos, medios de comunicación y del propio Estado.  Una caza de malhechores, brujas modernas, abre todas las puertas del panorama nacional.  Sherlock Holmes es el guía espiritual de la élite.  La calidad total.

Las dependencias del Estado han asumido la imagen de comisaría.  Reos sin sentencia ambulan en todos los espacios: proscritos, conspiradores, incendiarios.  Hay cierto encantamiento en cada soborno, peculado, baratería o persecución al facineroso. Todas son culpas individuales dolosas. Nunca se ubican responsabilidades en los intereses reales que se ocultan tras las instituciones y sus mandatos. El pueblo deprimido, desconfiado, sin voluntad para actuar, cautivado en la esfera electoral odia la política, odio que es la expresión inconsciente de haber vivido bajo su control.

Se diría que el pueblo no existe. Se gobierna en nombre de Dios, y en su nombre se hace absolutamente todo.  Momento de grave neoliberalismo, de ajustes sin política social.

Parecería que triunfa el gran experimento en un pueblo que no reacciona. Una ideología cristiano-neoliberal conduce el Estado y los dogmas que se distribuyen en las masas.  Este drama se refleja en la infinita y blasfema sonrisa de los condenados de la tierra.

Cuando la política se va, la reemplazan substitutos equívocos.  Quedan los impostores, las mafias y su economía.  Esta usurpación detiene la historia.

¡Cristianismo-neoliberal!   A la inversa, no podría afirmarse. La versatilidad está en el cristianismo que pudo cobrar rostros tan distintos en las catacumbas o en las cortes.  Y desde allí en los patíbulos, las antorchas vivas, la crueldad de los suplicios, los aislados ajustes.  A veces baja y recorre la profundidad e inmensidad de los bienaventurados para obrar en la bondad universal de la palabra.

No hay círculo de la vida social donde el neoliberalismo no invoque al cristianismo para completar la dupleta del cristianismo-neoliberal.

Las religiones de palacio pueden optar, a causa de la tentación, por cruzadas contra el mal que el mercado descubre, por eso existe budismo neoliberal, confusionismo neoliberal, islamismo neoliberal.

El neoliberalismo es solamente la frontera de una pretendida bondad.

Opus dei.  La voluntad de Dios.