Por la universidad del presente

El impulso a la ciencia y la técnica está dado fundamentalmente por la producción.  Esta demanda la generación de investigaciones, laboratorios, instrumentos, relaciones sociales, organizativas y administrativas, las pruebas de su utilización, la evolución de la reciprocidad entre la espontaneidad social y la naturaleza.  En la percepción de esas regularidades se forjaron centros de estudio, sistematización y divulgación de aquellos conocimientos. La Universidad fue uno de esos espacios.

En los países subdesarrollados, la incipiente producción explica la debilidad de aquel impulso y el atraso de la educación.  No obstante, la universidad -para estimular lo concreto del desarrollo nacional- puede intelectualmente armonizar la diversidad interpretativa que sintetiza la historia universal, expresión de la aplicación de conocimientos productivos y todas sus conflictivas representaciones.

El Estado, los sectores económicos y la Universidad han de vincularse al presente de las transformaciones.  La más importante de ellas, la división internacional de los procesos de la producción, rebasa la simplista y espectacular consideración del mercado.

La Universidad, solitaria en «su autonomía», en «su distancia» del Estado, encerrada en su futurología y ajena a las ideas que identifican el movimiento real es síntoma y manifestación del subdesarrollo.  La organización social de la economía, y el Estado no pueden ser solo fiscales sino fuentes de solución. Frente a la Universidad son corresponsables de su situación, evolución y superación.

La Universidad necesita espíritu tolerante, democrático y dispuesto a la duda recreativa.  Pensada desde el avance que se opera en las ciencias abre disposiciones frescas y permeables a intereses globales del país y el mundo, a la experiencia heterogénea: la universal y específica práctica en la que el ser humano va haciendo cada vez un nuevo saber.

La formación de generalistas -intelectuales, científicos, historiadores, filósofos- contribuye a enlazar las particularidades nacionales con los nacientes procesos mundiales.  Esta educación unida a especialistas, técnicos y profesionales contribuye a establecer nexos de concreción.

La comunicación entre el mercado y la Universidad termina siendo un avalúo de la capacidad del producto universitario.  Esto repercute en los contactos de la Universidad con la empresa privada, las diversas funciones estatales y los organismos internacionales.

El régimen de titulación de egresados debe resolver  por su denominación conflictos de la oferta universitaria, y no velarla con títulos que repiten la imagen excluyente del status y la tradición.

Esto supone redefinir los intereses de los estamentos universitarios -estudiantes, profesores, trabajadores, empleados-, la función social de esos movimientos, al margen del apertrechamiento que los anula y los convierte en obstáculos hasta para sus propias reivindicaciones.

La gratuidad de la enseñanza debe existir.  Ella compensa diferencias de oportunidad social. Mientras el pago a través de mecanismos múltiples, sin la mediación del gobierno, contribuiría al financiamiento de la educación superior.  La Universidad ecuatoriana requiere recursos -garantizados mayoritariamente por la administración gubernamental- para obtener modernos medios audio-visuales y redes de computación que substituyan paulatinamente la comunicación, información y distribución de conocimientos que ha aportado la lectura gráfica.

La Universidad debe abandonar urgencias que consolidan el atraso.  La renovación de su infraestructura técnica es requisito indispensable e insustituible.  Lo requiere la ciencia en su elaboración, difusión y conservación de su memoria.

Cada vez que la historia se renueva, cambia y sepulta símbolos del pasado.  A la par, proclama cierta amnistía para la agonía de las desinteresadas lealtades con ese pasado.  La Universidad debe imitarla.

Lo básico es que se estructure una política de transformación de la Universidad capaz de enfrentar las tareas del presente y que puedan plasmar sus componentes y condicionantes.


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