El enemigo está en el espejo

La causa de los ‘independientes’, la profecía acerca de la llegada del ‘outsider’, ‘los antagonismos partidarios’, ‘el abismo entre los ecuatorianos y sus partidos’ son manifestaciones de la ruina del sistema político, del caos y el vaciamiento ideológico.

El uso inconsciente y engreído de las nociones de ‘derecha’, ‘centro’ o ‘izquierda’ y la pretensión de conservar esos conceptos sin reconstituirlos y redefinirlos es un aporte vulgar y perezoso al arsenal de la metafísica política. «La banda -se afirma- se ha ido hacia la derecha,» así la derecha tradicional -se diría- no tiene nada que innovar («la virtud se halla en el medio»), y se reubica en el centro sin mas esfuerzo que repetir ideas fijas.

Las cómodas y celebradas disputas izquierdas vs. derechas han perdido contenidos. Han sido substituidas por una variedad distinta a causa de los tiempos nuevos. Las contiendas serían suicidas si no se tratara de síntomas de una evolución mayor: socialcristianos vs. conservadores, ID vs. DP, izquierdistas vs. izquierdistas, todos, populistas vs. populistas y todos vs. todos, por la arrolladora transición en que debuta el reordenamiento mundial. Cierta insensibilidad para estimar lo que queda y lo que pasa de estas democracias ha reducido la razón de los antiguos discursos.

Lo dramático de las ‘derechas’, ‘centros’ e ‘izquierdas’ son sus imaginarios espacios sin confines, sus mitos enfrentados y que compiten en su admiración por las relaciones y categorías constituidas, sean las que sean. Ya no representan más las clásicas tendencias ideológicas; solo, la costumbre de votar y la convocatoria a conservar la inercia.

El hecho de que Nebot en Guayaquil no obtenga el mismo porcentaje en las encuestas que LFC, se debe a que Nebot ya no representa lo mismo. Nebot ha formulado la postura y visión de la derecha y cada vez se parece menos al PSC. Por esto, LFC que tanto dio socialmente ayer a Nebot, hoy declina en ese aporte. Y al PSC le acecha un remezón, cualesquiera sean las dimensiones de su victoria y su derrota.

La confrontación de las candidaturas de centro-izquierda es menos real que la del PSC y el PCE. La diferencia radica en que Nebot, por ahora, no la asume pública y esencialmente en ningún sentido, mientras los otros candidatos y dirigentes políticos adversarios de LFC, sin reconocerse en su política, la hacen suya desde la «moral de cada uno», algo parecido a la ovación que la plebe ofrecía al dedo pulgar del emperador que señalaba la arena del circo.

En el centro-izquierda se desata la pasión por conservar su espacio reducido a la nada. «Intrigas y zancadillas» son la anécdota. Lo que ese espacio representaba ya no lo reclama la historia que continúa desde otras confrontaciones. El problema no está en Borja ni en Hurtado ni en Elhers ni en Paz ni en la impotencia de las minimizadas denuncias de Abdalá. La candidatura de Elhers surge ante el vacío del centro izquierda, pero la causa de esa vacuidad está en el giro de la historia. 1989 existe como hito. La transición se impone a todos los actores.

Podría gestarse un sismo en los grupos más poderosos. Hay cuestionamientos en su interior, en particular, respecto de la ética, especulación y política del sector financiero, impugnadas también por el sector productivo. En la masa de asalariados hay dispersión, impotencia y fragilidad reivindicativa. Las muchedumbres de miserables en expansión sobreviven en la penumbra, pero sirven para legitimar disputas de los de arriba.

Aún no se conforma la fuerza que liderará la diversidad que la historia reclama. Fisuras monstruosas amenazan el subsuelo de la política. El enemigo está en el espejo y hay espejos en todas partes.