Condición militar y salida del subdesarrollo

1989 evidenció el carácter mundial de la emergente economía. Más tarde se manifestó -en consecuencia- también otra perspectiva, la militar. Nuevas enemistades reorganizarían alianzas y bloques armados.

La disolución del Pacto de Varsovia anticipó la defunción de la URSS que desapareció en 1991. A la par, la OTAN se abocó a doctrinas y concepciones militares que iban incorporando nociones frescas respecto de su función posterior a la guerra fría.

Ningún país escapa a las relaciones que surgen y cada uno acude a ellas con su inercia y la novedad ineludible de su presencia.

Las expresiones de la globalidad naciente se gestan en todo el planeta; una de ellas es sel quehacer internacional de la mayor potencia de la tierra. La autonomía práctica (no declarada) de EEUU respecto del Consejo de Seguridad, que en el pasado fue una camisa de fuerza para otros, hoy podría convertirse en su camisa de fuerza, lo que se expresa tibiamente en la formulación de un curioso derecho denominado Derecho Anticipado a la Propia Defensa. Y en la convicción de que «la amenaza de una posible acción por parte de la OTAN o de los Estados Unidos es saludable» (Angus McColl. Airpower Journal, Primer Trimestre, 97).

El futuro inmediato de EEUU está trabado en la imposibilidad de alejarse de la ONU, para dar paso a un nuevo ordenamiento sin traumatizar la institucionalidad vigente. Simultáneamente, va renunciando a la marchita defensa de nacionalismos ante los requerimientos de la economía mundial y la suya propia, vertiente motriz de este proceso.

La OTAN se extiende (declarativamente) y, a la vez, da de baja a generaciones técnicas superadas. A esto se suma el fin del Pacto de Varsovia y de la Unión Soviética que en conjunto liberaron gran cantidad de armamentos que sustentan ofertas competitivas de fácil acceso para países que albergan demandas militares por conflictos de diverso origen. Esta fácil oferta es un peligro.

Al concluir la guerra fría, el calentamiento militar en los espacios nacionales está vinculado a la revelación de robustos actores étnicos, económicos y políticos, los cuales cuestionan, generalmente de manera espontánea, las formaciones nacionales y son parte del quebrantamiento de fronteras. Además, los modernos sujetos, las transnacionales y las relaciones monetarias y financieras, entre otros, hacen y pasan sin pedir permiso por Estados y naciones, y enfrentan ancestrales axiomas del terruño que no renuncia a cerrar las puertas y a cobrar peaje de paso.

El material bélico no significa lo mismo en el Norte que en el Sur. La invención de armas para el Norte es conquista tecnológica y, muchas veces, fase creciente de la ciencia. Las organizaciones militares viven un vigoroso tránsito en el reordenamiento de sus manifestaciones, doctrinas y estrategias a las que se incorpora la conquista del cosmos, la ecología, el medio ambiente, el ser componente de los derechos humanos (contradictoriamente a pesar del atraso con que se manifiestan las acciones represivas internacionales que ejecutan). Mientras, en este submundo, el armamentismo es fatalidad, son mercancías inevitables, desperdicios; no cultivan la verdadera defensa, la simulan. Acá todo tráfico de armas lleva consigo la servidumbre financiera, comercial y cultural. Las armas apenas logran modificar algo.

La proliferación actual de tecnología militar amenaza de una manera al Norte y de otra, al Sur. Aquí agrava el retroceso, porque la estructura tradicional del poder no es aliada del mundo que nace sino usufructuaria de él e igualmente confunde el nuevo curso con su aprovechamiento circunstancial.

Los excedentes destinados al armamentismo subdesarrollado no durarán mucho tiempo. Los proveedores acabarán con sus stocks y es posible que provenga una orientación distinta a la organización militar de los países del Tercer Mundo. Valdría preverlo para reducir ese tiempo, admitir que la condición política nacional, internacional y mundial es factor esencial de las fuerzas armadas y hacer del desarrollo la fuente principal de la defensa.

Ante la proliferación de armas nucleares, químicas, bacteriológicas, EEUU resuelve la contra proliferación desde sus «derechos universales». Pero frente al armamentismo en América Latina no existe contra proliferación posible que no sea la conciencia para detenerlo.

La condición militar es factor de adelanto o estancamiento: esa condición debe ser reconceptuada por la política. Y lo militar debe ocuparse de su razón de ser, la política. En cualquier caso, si el tema es reflexionado y rumiado hasta nutrir el pensamiento -no el cálculo inmediatista- hay esperanza.

Para Ecuador el asunto es especialmente importante, porque su política desciende en espiral. Simultáneamente, sus vecinos, Colombia y Perú, constituyen espacios de conflictividades aguzadas. A Colombia, advirtió Samper, se pretendería convertirla a propósito de la droga en otro Vietnam. Y Perú mantiene una obsesión territorial que recrea las certezas que tiene el Ecuador de haber sido despojado.

Estas dos vecindades definen sus relaciones de manera distinta. Si bien Colombia no amenaza bélicamente al Ecuador, su potencial descomposición interna puede contagiar con el holocausto circunstancial a sus vecinos. Y de parte del Perú, la situación es tal que resulta inevitable anunciar que el esfuerzo de paz debe continuar de manera ilimitada, sin cansancio ni tregua.

Aún es prematuro suponer que América Latina tome conciencia del potencial que alcanzaría si congelara el gasto en armas. La economía mundial también nos trae esta enorme carga de prejuicios, deudas y créditos con los que se conserva el espectro de una vida social lamentable.

La salida del subdesarrollo requiere de un régimen jurídico estable y cierto, de fuerzas armadas que sean componente activo -no encubierto- de la política, con derechos que protejan el crecimiento de su conciencia.

Las ilusiones de esta democracia derruida han muerto, únicamente el poder carroñero se alimenta de ella y al hacerlo despeja su camino.

La historia de este milenio se resume -se ha dicho- en la del ejército. Esta verdad impone reconocer que la actualidad tampoco podrá realizarse al margen de esas potencialidades. Asumirlo permitirá ubicar los límites más allá.


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