Los síntomas del descontento popular se manifestaron como los del magma buscando camino. Día a día se incorporaban millares a la protesta. La memoria amenazaba con volverse combustible.
El lunes 15 de marzo, en cadena de televisión, Jaime Nebot «se pasó» a la oposición. Su intervención desde el punto de vista económico carece de relevancia. En cambio, su instinto de poder lo condujo a actuar donde las circunstancias dictan.
Ecuador transita un momento de parálisis en su economía. Las causas inmediatas de esta situación están ligadas a responsabilidades que se desprenden del Gobierno y el Congreso, en particular, de sus desgastados líderes reales.
Un llamado a la unidad para superar la crisis ocupa el país.
El crimen contra Jaime Hurtado González y sus compañeros, Pablo Tapia y Wellington Borja, corresponde al desmoronamiento de la vieja política. El homicidio contratado sigue siendo una de sus obras.
Se replantea una pregunta tradicional «¿quién manda en Ecuador?». A Mahuad se le atribuye estar sometido al capricho, ilusiones y desventajas que le impone Jaime Nebot.
La inmadurez de las economías atrasadas consiente periódicamente que intereses ajenos al poder tradicional incursionen en alguna instancia del Estado. Esto basta para que ese poder reaccione en pos de la recuperación de la parcela perdida.
En este año 99, el 6 de febrero es el segundo aniversario del último golpe de Estado, drama real del quebrantamiento y la simulación del Derecho. El poder había sentido la amenaza de una política que tendía a reestructurarlo.
Ecuador necesita reconocer sus procesos reales.
La violencia es arma económica.