Durante este año, se agravaron las circunstancias de existencia de Ecuador, a pesar del aparente restablecimiento de índices macroeconómicos.
En Perú, al fin volvió a triunfar la “democracia”.
El juicio fue un relámpago que reveló la subordinación del Estado y sus funciones al aparato bancario y sus confrontaciones. Demostró el fraccionamiento de un sector del poder económico representado en el sistema político y sus nexos, manipulaciones y control sobre los medios de comunicación colectiva.
Estado que pierde su moneda, pierde la política. Más aún, si lo hizo desde la desesperación de un decadente poder que la ofreció a cambio de su permanencia en los negocios de un país que renunció a su soberanía.
Taíti Bandraputra es el nombre de uno de los Estados extinguidos del Asia Menor. Participó en disquisiciones sobre agorerías y predicciones acerca de la Primera Guerra Mundial.
Es la afirmación de pueblos que así decantan su experiencia, al margen de la voluntad, la conciencia y el arbitrio.
La judicialización de la política logra también ridículas manifestaciones y Ecuador está alcanzando el cenit.
Las crónicas policiales destacan -en asaltos a bancos, financieras, grandes empresas- exitosos resultados: murieron dos, cuatro, ocho, once delincuentes. Nadie quedó vivo, si alguno fugó, por excepción, mas tarde fue encontrado y «cayó en otra balacera».
En Ecuador se va imponiendo la doctrina y la práctica destinadas a «modernizar» el Estado hasta convertirlo en Estado ausente.
La construcción del oleoducto de crudos pesados involucra todos los aspectos de la vida social. La participación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército (CIE) ha puesto en discusión el nuevo papel de las Fuerzas Armadas.