El Estado-banca ha reiniciado su periódica oración por el regreso de sus mesías.
Fatalmente enfermo, carece de nuevas opciones y ruega por el milagro de que nadie recuerde el pasado ni el presente.
Los líderes que ungieron al binomio Jamil Mahuad-Gustavo Noboa, primero, y después, a ambos gobiernos actúan frente a ellos como si nunca hubiesen tenido responsabilidad ni co-gobernado intermitentemente. Aportaron con funcionarios, militantes-independientes, aprobaciones parlamentarias, judiciales, electorales y mas. A cambio recibieron los beneficios que puede otorgar un Estado-banca, en el casino de la economía ecuatoriana.
El proceso electoral que comenzó el día en que terminó el anterior, se repite.
Ecuador es “democrático” y los mismos actores renacen cada día, sin culpas ni antecedentes.
El presidente Mahuad no tuvo gestores; el presidente Noboa, tampoco. Ambos cayeron del cielo.
La élite presiente que le falta la credulidad perdida. No le basta las armas continentales, la voracidad financiera, los prejuicios mediatizados en audio y video, las bendiciones y cruces.
El vicioso círculo de la dominación gira y cierra otro ciclo de destrucción de la nación. La élite civil no tiene políticas de Estado en ninguna esfera de la vida social. Su técnica sistematiza, concreta y practica la sumisión a intereses extranjeros, globalización, la llaman. Vuelve su cegatona mirada al pasado y presume que teoriza sobre el tercer milenio.
Esta banca-Estado hizo de la economía el paraíso de la especulación que coronó con la técnica de la “modernidad”, privatización y entrega de recursos, a cambio de opulencia personal e impunidad.
La mendicidad de los gobernantes ecuatorianos pasea por el mundo. Los mismos que consienten la base de Manta van a Europa a pordiosear por recursos que salven a Ecuador, convertido en objetivo militar.
Un mesías que ha vuelto concursaría para la presidencia. Se presentó como un poderoso líder de la derecha, no como líder nacional. Debilidad suprema cuando el Estado ha perdido soberanía.
El mañana con él o con los mesías venideros, será como el ayer, misma política, mismos intereses y mismo destino. Sin bobalicones ni bobos de la yuca, con mas viveza, represión y simulaciones. No sabemos si con menor o mayor avidez por el oro.