Los administradores del Estado ecuatoriano resolvieron inconscientemente incorporar el país a la guerra civil de Colombia.
En un primer momento lo hicieron bajo la presidencia de Mahuad, con el propósito de lograr sustento político. Este gobierno, degradado hasta el fin, buscó el apoyo militar externo. No obstante cayó el 21 de enero de 2000.
Subió Gustavo Noboa, dio continuidad a esa política y optó por la misma preferencia, el sustento militar exterior, cuyas soluciones estabilizan y protegen también a través de la “comunidad financiera internacional” a poderes decadentes.
El FMI ha reducido la economía a fórmulas apostólicas. Un técnico FMI es un profeta, misionero en países “pobres pero honrados”.
Las medidas fondistas son facilísimas: privatizar lo que queda, entregar la totalidad de recursos energéticos, no permitir que los bonos de la deuda caigan a niveles de desconfianza, lograr que la política económica (Cartas de Intención) haga viable “honrar” la deuda externa -impagable, pero venerable-, alcanzar equilibrios o desequilibrios que el Fondo considere tales, no ver tras los requisitos de la dolarización y la convertibilidad Argentina un interés militar -pues los nexos entre las armas y la economía deben permanecer invisibles-.
Condición sine quo non de la prestidigitación de la técnica-FMI son los conocimientos sobre las oscilaciones de los bonos (Brady, Global y más nombres para el tercer milenio), entretelones de la modernización, tributación, anticorrupción financiera, crecimiento y administración de préstamos.
Este momento, el gobierno de Gustavo Noboa cumple “sus” obligaciones y contempla la contracción del “riesgo-país”.
Así se empobreció más la población y su éxodo es el mayor de Latinoamérica. El atraso y la desinformación invaden nuestra geografía. El futuro aparece repleto de estulticias que embrutecen e impiden pensar la tragedia.
Un índice contraparte del riesgo-país, que mide a control remoto la conducta del poder, es el Riesgo-FMI que calcularía los efectos de la cercanía o lejanía de un país ante al Fondo.
Los mas obedientes son Ecuador y Argentina, cuyas subordinaciones militares preocupan al Continente. La base de Manta, “destinada a proteger la economía norteamericana de narcodólares” y al “control” de las drogas convertidas en prótesis de una mutilación de la democracia norteamericana. Los ocho mil millones de dólares que el FMI otorga a Argentina, complicidad bélica, puestos de observación y control para el Escudo Antimisiles.
El Riesgo-FMI, marginado de la producción, inmerso en la inmovilidad política, navega en crisis monetarias, financieras y crediticias; se liga magnéticamente a la deuda. Suprime toda situación creativa. En la visión FMI, lo macro ya no observa el cadáver de lo micro y no reconoce las causas militares que pesan mas que cualquier argumento y teoría económica en sus decisiones.
El creciente Riesgo-FMI tiene consecuencias en la población. Es visible en crímenes monetarios, terrorismo macro, virus paralizantes del sistema y transplantes cerebrales a los súbditos que buscaron el sustento militar externo.
En este período de bonanza para el narcotráfico, el Riesgo-FMI transparenta la dimensión del destino. Los señores de la guerra tienen que acabar con las tradiciones libertarias de las Fuerzas Armadas.
Esta es la parte invisible del Riesgo-FMI.
Se diría que envía al pueblo hacia la trinchera, de igual manera que un niño, armado de un clavel, va jugando a la de enfrente.