Culturas, economías y entendimientos en guerra

Cuando los ánimos se apacigüen y la solidaridad humana incorpore la experiencia inmediata y sus consecuencias a la reflexión, se midan y transparenten las circunstancias arribaremos al significado de los hechos presentes.

Ni la globalización ni una de sus instancias, la economía mundial, aún no han conformado representación política propia. Las que se proclaman, apenas brotan de las postrimerías del mundo político que la Historia supera. La economía internacional y los Estados nacionales son el pasado, todavía presente. Y desde sus aisladas concepciones no son visibles sus límites ni lo trascendente de las nuevas relaciones.

El Estado norteamericano no escapa a esta realidad. Como superpotencia lleva y acarrea el germen de su transformación pero no aporta, en este caso, otras nociones que no sean las de la inercia, a pesar de que su ciencia y tecnología contribuyeron a crear esa nueva economía.

El atentado del 11 de septiembre desata y evidencia un fenómeno en marcha, la recuperación del papel determinante del complejo militar industrial, fuerza motriz del desarrollo económico de Estados Unidos, cuya ideología sobre “la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos” nunca mas será la misma, aunque la unipolaridad militar subordine a la emergente economía mundial.

De los índices en alza que ofrece Wall Street, los de las inversiones bélicas, armas y seguridad definen el porvenir mas cercano.

La economía y el pensamiento norteamericano han aportado al desarrollo de una globalización posible y positiva, entendida desde aquello que aproxima a la humanidad, reduce tiempo, espacio y supera la condición humana. Frente a estas comprensiones, la superpotencia y sus lucubraciones son solo inercia.

La administración norteamericana se resiste a la pérdida de perfil de su Estado y economía nacional, aunque contribuye a la disolución de otros Estados y economías nacionales.

Todos los países del planeta están contra el terrorismo que está y no está en todas partes. Se destacan el G-7 y la OTAN. Se diría que enfrentan a un G-00, que de grupo no tiene nada y cuya significación militar suma un cero a otro cero. Parte de la coalición son también Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán integrantes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), frontera con Afganistán.

Rusia lidera la CEI y “comparte el objetivo de derrocar al régimen talibán. Estar en la guerra es la forma mas segura de estar en la paz de la era post-talibán: Afganistán ha sido largamente codiciado por Rusia dada su importancia geoestratégica para el transporte de gas y petróleo a toda Asia” (El Mundo, 24- 09-2001). Además, está Chechenia y sus múltiples significados.

Después del atentado se han multiplicado pronunciamientos explosivos, gritos e imágenes de predicción; son tantas palabras que en lo inmediato padecen de turbiedad.

Una “guerra contra las sombras” es ciega, pero la Historia se llena de ellas cada vez que una etapa muere.