La cohesión social siempre fue tarea de los pueblos. Y, a su manera, también de jefes que intermitentemente consolidan su jefatura subordinando a la colectividad mediante la puesta en escena de aterradoras fuerzas exhibidas en la ejecución de alguno de sus inculpados.
Si algo ha consolidado al poder en el Estado ha sido el uso de esa justicia que concentra culpas en culpables y los liquida en nombre del bien. Así, se encubre el sistema que engendra y reengendra a esos procesados.
La picota fue su mayor creación, sobre todo cuando se rodeaba de muchedumbres vociferantes, agolpadas, regodeándose con el fin del malvado. La Inquisición disfrutó de las ejecuciones públicas y estas democracias contemporáneas, aún mas.
En las “post-modernas” sociedades, la sanación propia del poder se realiza con sacrificios individuales. Son ofrendas destinadas al clamor colectivo y a su apaciguamiento, constituyen la puerta de escape y recuperación del sector dirigente obligado a admitir que se intoxicó de lucro improductivo.
Estas fuerzas supermodernas cuentan con una picota mas efectiva. Electrocutan, estigmatizan o proscriben ante la tv con éxitos de audiencia incomparables. En el siglo XXI, no solo individuos sino pueblos pueden ser sacrificados para anunciar la presencia del bien mundial.
La incautación de El Telégrafo encierra varios significados. Uno, recurso destinado a pagar acreencias de los perjudicados por el Banco del Progreso. Otro, tratamiento erróneo a medios de comunicación colectiva. Un tercero, correspondiente con la función y escarmiento que el poder ejerce contra sus miembros descarriados.
La sanción a Fernando Aspiazu ubica como causales los delitos que se le imputan. No obstante, por sobre ellos está el hecho de que este empresario violó una norma ligada al silencio que se deben los integrantes del poder. Desnudó la representación política Mahuad-Noboa como expresión bancaria, mediática y estatal. Confesó el aporte que dio a esa campaña. Y, para colmo, un compañero de campaña de aquel binomio, Juan José Pons, incurrió en el desliz de reconocer que la de Aspiazu no fue la única aportación ni la de monto mayor.
A Fernando Aspiazu lo condena un espacio de existencia de muchas fortunas, la “omertá”, código de honor siciliano que obligaba al silencio de los quehaceres de la mafia. Al poder -del cual él formó parte- lo condena su propia decadencia.
Así, se alumbró el agujero negro, la tríada -bancaria, mediática y estatal- que designó a los mandatarios del país para el período 1998-2003. Tríada que estuvo antes y que aún estará en la conducción estatal, capaz de sacrificar a sus criaturas, como ya lo hizo con Mahuad, en el momento oportuno, para ubicar en su lugar a Noboa. Y no tendrá límites, aunque le sea necesario sacrificar a su mandatario de hoy.
Bajo el gobierno de Mahuad-Noboa se reconcentró el viejo régimen de relaciones entre banca, medios y Estado en abyecta subordinación a la comunidad financiera.
Con la destrucción social de Fernando Aspiazu, sana el sistema. Se restablece el carácter privado del Estado en manos de la banca que con la experiencia de la macro-estafa que desató contra el pueblo, sabe que los lucros por venir se los protegerá de mejor manera. No habrán incautaciones ni expropiaciones a otros banqueros, menos aún de aquellos que “aportaron mas”.
A la función judicial le corresponde el veredicto y la sentencia: el simulacro y su propia impotencia.
A la política de la élite dirigente le resulta fácil eludir tribunales de justicia por causas no tipificadas aunque cometidas por su administración. Simplemente, quedan expuestos y revelados el abuso y la descomposición de la impopular fuerza gobernante que hoy continúa tras el sacrificio de uno de sus transitorios miembros, sacrificio que no hace justicia al pueblo que reclama algo más y que supera la sanción a quienes lo han estafado.
Lo que este pueblo requiere es un cambio de poder, liberación del Estado de la banca, libertad mediática, protección de los recursos del sector público y privado.
El Telégrafo posee una de las virtudes de la Historia, acoger los mas amplios sentimientos, reflexiones, pensamientos que están en el seno de esta nación. Ningún otro medio lo ha hecho en esa dimensión. Sería una insensatez acallar esta voz hecha de tantas voces.