Moneda devaluable para financiar la guerra

La dolarización se impuso a Ecuador como política militar y no monetaria. No requirió reforma financiera ni transformación crediticia ni constitucional. Apenas, reconocimientos estériles sobre la pérdida de funciones del Banco Central.

Ahora, los Andes no son espacios de integración económica. La integración y confrontación inmediata será de las armas. Los ejércitos, por sobre algunos mandos civiles, ya iniciaron sus maniobras para organizar el 2005, año de relanzamiento de la guerra y el ALCA.

La CAN y otros proyectos de integración subregional se suspenderán paulatinamente por las hostilidades y los cambios de gobiernos que se demanden; el ALCA, no.

Coaliciones o alianzas en los Andes principalizan lo militar y subordinan lo económico. Todo esto cuenta con la ceguera de gobiernos obedientes a axiomas de ocasión.

Independientemente de beneficios o maleficios que se le atribuya a la dolarización, Ecuador no resuelve. Unicamente, la Reserva Federal.

El cuestionamiento al “dólar nacional” en la economía ecuatoriana es lucubración de reflexiones en el Departamento del Tesoro y el FMI.

La dolarización que aquí es sueño o pesadilla profesional, comercial y técnica, será, en cambio, negada políticamente desde el FMI. Tan políticamente pensada como fue la licencia –compensación circunstancial- de parte del Departamento del Tesoro para dejar, transitoriamente, que se use el dólar como moneda nacional, gentileza por la instalación de la base de Manta. A esto se añadió la no menos política renegociación de la deuda 2000/2001 en los términos que aconsejó el Fondo, la entrega del oleoducto de crudos pesados, el SOTE y el control total del petróleo.

Un país inmerso en una conflagración “debe” tener su propia moneda. Consejo que brotó de la experiencia de los imperios que manejaron guerras a través de otros países. Los costos de guerra se pagan eficazmente con devaluaciones. Así los va a pagar Colombia. Para eso, esta vez, se necesitan monedas locales, devaluables.

El involucramiento subrepticio de Ecuador en el conflicto colombiano requiere de moneda devaluable-a-discreción para cubrir los costos de una fuerza en estado de alerta o en combate, sin depender exageradamente del endeudamiento y la ayuda externa.

El cuestionamiento del Fondo a la dolarización se origina en previsión del conflicto bélico. La dolarización no es materia solo económica. La economía monetaria se resuelve también en la política, en lo militar, como lo demuestra la práctica de los Estados, la experiencia de victorias o derrotas, la Historia misma y el cinismo del FMI.

Por eso, Ecuador para proteger la circulación monetaria con el dólar nacional o con una moneda que supere su función actual, debe proteger un destino de paz y el proceso de integración regional, subregional, continental y mundial.

El problema de la dolarización debe ser enfrentado en su desenlace, como lo fue en sus orígenes, política y militarmente. No solo en el pozo ciego de disquisiciones monetaristas y menos aún desde la sicología solitaria dentro de la economía. Son factores reales, pero para Ecuador es vital resguardar su economía con una estrategia de paz, y dirimir desde ahí su destino monetario.

La devaluación financiará el conflicto militar, extrayendo recursos de la población para cubrir los costos de la “defensa nacional” y “de la soberanía” en la guerra civil de Colombia.

La subrepticia tesis del Fondo y la concepción obvia de la Reserva Federal respecto de un país dolarizado, inmerso en un conflicto bélico, diseñarán políticas financieras, monetarias y crediticias para esta región, mas desastrosas que las que hemos tenido en tiempos de paz.

Mientras no dispongamos de una moneda que a la par signifique recuperación de la política, estamos obligados a defendernos de la “libertad monetaria” que casus belli nos otorgaría el Fondo.

Estados Unidos no concede su moneda como moneda “nacional”. Si lo hace, con el disimulo que lo ha hecho en Ecuador, adopta el facilitador propósito que adjudica un ejército ocupante a los vencidos en el territorio ocupado. De modo semejante a como se acepta un tipo de convertibilidad –caso Argentina- ligada a posiciones militares. Si fallan los acuerdos, entonces, la economía quiebra.

La política monetaria FMI-Ecuador entrampada en el vacuo monetarismo con el sucre, la dolarización y probablemente sin ella, ha lanzado a la nación a un abismo.

Un Senador norteamericano comentó al grupo de renegociadores de Ecuador: “país que pierde su moneda, pierde su política”. Hoy, el FMI murmura aconsejando (o advirtiendo) que volvamos a poseer soberanía monetaria. Tras tanta generosidad no está la soberanía sino la guerra, su financiamiento con medios de pago sin respaldo.

Pagar la deuda externa y financiar operaciones bélicas es y será toda Carta de Intención.