Cuando el voluntarismo sustituye a la política

En algunos momentos de tensional atraso, ciertas nociones políticas imputaron culpa o responsabilidad individual por las acciones o impedimentos para que se realice la voluntad del gobernante (jefe, mandatario, dirigente, líder máximo). Como si todo estuviese fuera de determinaciones históricas y circunstancias sociales.

En esos casos, las miradas se estancan en las individualidades y el voluntarismo surge como corriente que atraviesa el tejido social, especie de pensamiento mágico que atribuye al quehacer de la psiquis humana la concreción de la realidad.

Los causantes del mal deben ser observados. Se instruye a súbditos especializados la vigilancia de sujetos-obstáculos para la realización del bien.

Los aparatos de inteligencia suplen comprensiones de la ciencia social. En lugar de factores evolutivos y motivaciones de la naturaleza social ubican el voluntarismo y el significado de rumores.

Pesquisas y selección individual de actores buenos y malos hacen las veces de pensamiento político. La investigación se vuelve policial y recurre a los círculos de allegados y sospechosos. Búsquedas exitosas cuando hallan culpables. Explican las mutilaciones del mando en el Estado y sus funciones, asimismo en movimientos, partidos y sectas.

Mientras mas estrecho el cerco contra el malo, mayor el éxito de los allegados al jefe máximo y también la distancia con la realidad.

Son los barrotes de las obsesiones del poder económico y/o político. Encumbran sus éxitos y no advierten los abismos en que se precipitan su moral y el oscurecimiento de sus propias ocurrencias impuestas por la vacua pesquisa.

Recurrentes períodos de voluntarismo se manifestaron en esa substitución de la política por la indagación y acción criminalística. Caracterización no peyorativa. Podría reconocérsela a la inversa y sería igualmente equívoca: la suplantación de la acción policial o represión al delito por diálogos de tolerancia supuestamente democráticos.

Esa trágica subrogación refleja impotencia social para escapar de procederes viciosos y entrampamientos históricos.

Cuando fuerzas económicas dirigentes son sorprendidas con una expresión política que no las representa, se dilata el voluntarismo. Entonces las fuerzas económicas y las políticas se previenen y resguardan unas de otras. Se ocultan ante la realidad, se refugian en sí mismas. Transitoriamente adoptan la técnica del avestruz, pero la diferencia persiste y actúa.

El poder es la instancia que absorbe el significado de la totalidad social, incluso sobre una representación política diferenciada efímeramente. Entonces prepara en las sombras los cauces de la violencia que perfecciona la realización de sus intereses.

La espiral del capitalismo reedita el espectáculo de la acumulación originaria. Lo que hizo en siglos, lo resumió en pocos años en el tránsito del socialismo real al capitalismo tardío. Sus senderos fueron los mismos crímenes, robos, despojos, formación de mafias, vacíos éticos. Se añaden, la militarización de la globalización, la conversión de Estados en sepultureros del derecho internacional, de los derechos individuales, humanitarios, humanos. Voceros globales comunican sin rubor que un Estado manda a matar a estigmatizados de terroristas, al margen de la pena de muerte.

En esta militarizada globalización está vigente la gansterización del capital, otra acumulación destinada al control de recursos energéticos. Esos aparatos administrativos distribuyen patentes para nuevos corsarios.

Se está minando el planeta. La violencia cohabita con el terror y reengendra el horror del terrorismo estatal, hoy global.


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