Lobotomía global

La Primera Guerra Mundial “aportó” a la psiquiatría desde las trincheras. En poco tiempo, se descubrió la relación entre zonas cerebrales, sus funciones y el resto del cuerpo. La mutilación de espacios neuronales podía modificar, sin matar, la condición psíquica del individuo. Era posible convertir la violencia en discreto y sumiso silencio.

Antiguas búsquedas imperiales habrían encontrado en esos laboratorios psiquiátricos la “solución” individual. La lobotomía (intervención neuroquirúrgica que se realiza sobre el lóbulo frontal, con la intención de desconectarlo del tálamo para actuar sobre el componente emocional de determinadas alteraciones mentales. Larousse, 1997) fue profusamente aplicada. Pero qué hacer ante la violencia colectiva. La respuesta fue la integración: educación-lobotomizadora global.

El año 2003 en la atmósfera del 2002 es depredación del planeta, pauperización masiva, concentración de la misma hegemonía, agonía del derecho. Actos de fe que hacen las veces de neuronas mutiladas devienen en axiomas: la Comunidad internacional soy yo; la financiera, también; aún mas, la dotada de armas de control planetario. Se impone la limpieza étnico-ideológica. Que nada atente contra la homogeneidad del globo. Crece la obediencia a la única policía mundial. Las técnicas del FMI se cumplirán en momentos prebélicos, bélicos y post-bélicos, sapiente camino hacia la globalización de la comunidad financiera internacional.

No alcanzará a extirpar el mal del planeta, pero continuará la toma de posiciones de zonas donde exista petróleo, uranio, radio, oro, agua dulce, micro y macrobiología y donde deba continuar la poda de la especie.

Educación lobotomizadora significará eliminar técnicamente alteraciones mentales tales como no admitir la objetividad de las cadenas de TV, voceras del militarismo mundial o reclamar por el derecho internacional. Este desorden psiquiátrico se incorporará en los puntajes de riesgo-país, riesgo-nacional …

Empeora la situación para quienes atentan contra la obligación de pagar la impagable deuda externa. No hay empleado de la “Comunidad” que se atreva a dudar de esa obligatoriedad. Solo a un desquiciado -merecedor de lobotomía- se le ocurriría plantear auditorías de deuda, preguntar sobre los ítems en donde se invirtieron esos recursos, quiénes los consumieron, cómo se esfumaron, qué los volvió invisibles.

Ha recuperado vigencia la advertencia religiosa: ni derechos ni desobediencia se exhiben ante Dios (ni ante el César), solo la aceptación de Su voluntad.

La democracia tiene un largo porvenir: la califican ONG’s promovidas y financiadas por la “Comunidad”. Desciende al abismo quien se atreva a cuestionar a las fuerzas del bien que pacifican Estados, pueblos, naciones, individuos.

La tecnología alcanzada reduce el sufrimiento de los vencidos. En Afganistán se liquidó y “resolvió todo” en un mes. ¿Qué es ese todo? La respuesta la tienen los vencedores.

En Irak la solución también será relativamente rápida; la cantidad de víctimas no importa, sino el fin a alcanzarse. El petróleo se venderá mas barato. Las guerras que vienen del pasado tendrán que ganarse con técnicas mas eficaces. Terminar con la rebelión Palestina es tarea del gobierno aliado. Acabar con Corea será relativamente fácil. Como lo dijo Donald Rumsfeld, “Estados Unidos puede embarcarse en dos conflictos de gran escala simultáneamente”. Aunque con mayor prudencia Colin Powell haya aseverado que “por el momento lo de Corea solo es un grave problema”.

El crecimiento del potencial de la OTAN en Europa mantendrá el enanismo político de la Unión Europea. Del Africa ya se encarga la administración de epidemias. En América Latina, los problema oscilan entre equívocos personales y el magma que subyace en los Andes.

Si Venezuela llega a ser dos, si Colombia sigue siendo dos, si Perú y Chile no aclaran su carrera armamentista, si Brasil no se deja dividir, si Argentina no encuentra un semi-dios que la adormezca otra vez, podría corregirse el mal con una rápida acción de fuerzas multinacionales del bien.

Por ahora los gobiernos se mantienen por la calificación que los autoriza permanecer. El libre albedrío que guía reconoce prudentemente que ésta civilización sin amo muere y añade más de lo mismo.

La lobotomía puede lograrse a distancia. Con fáciles ideas, convicciones que demuestren el grado de aproximación al bien, al riesgo o la necesidad del fin.