«Señores y señoras, ¡lo tenemos!». El anuncio se detuvo. Por un instante, no dijeron a quién. No era fácil comunicar la captura de no se sabe qué, de un cadáver que camina o de un símbolo.
De la calumnia o divulgación deliberada de escándalos delictivos queda el humo que oculta a la conciencia social lo que transcurre en las rieles de una política que levita en titulares de prensa y TV. No hay lugar para la estrategia nacional. Todo se reduce a la sombra que suprime la visión del porvenir impuesto…
Signos, imágenes y actos de fe han aproximado o distanciado al ser humano del reconocimiento de su práctica.
Se ha propuesto la prolongación de la jornada de trabajo, a pesar de los índices de desempleo y subempleo que llegaron a niveles descomunales para luego disminuir por el éxodo de un elevado porcentaje de la población económicamente activa.
La guerra es aún lo más notable de la historia humana. Ha sido invocada para todos los quehaceres de nuestra especie y repudiada en esas mismas ocupaciones.
La derrota sufrida por Álvaro Uribe en el referendo y las elecciones corresponde a una política belicista apenas encubierta en la propuesta de modificar el Congreso, hacer ajustes fiscales, congelar remuneraciones, salarios y pensiones. Preparar al Estado para la «solución bélica» contra la guerrilla.
El viernes 17 de octubre se desprendió de la Presidencia Gonzalo Sánchez de Lozada. La gravedad del hecho lo llevó a Miami.
La política exterior tiene múltiples significados.
La marginalidad fue nombre y señalamiento del suburbio de la estructura social. Se presentó como lumpen de abajo y de arriba. Descomposición de agrupaciones dirigentes del Estado y, a la par, de la masa de empresarios y trabajadores.
La libertad tiene cualidades semejantes a las de la violencia y viceversa.