Un viaje al abismo

Este siglo XXI exhibe una potencia ideológica semejante al cenit de las grandes iglesias, cuando sus nociones fundamentan los intereses mas concentrados del globo.

La unipolaridad bélica pretende ser ideológicamente única por conveniente, fácil y transparente.

En economía, donde todo se condensa, las cosas se simplifican. Las Cartas de Intención se firman soberanamente en Washington. Los problemas fiscales se resuelven con préstamos. Los países productores de petróleo deben vender mas crudo -nos han enseñado que la prosperidad se alcanza con esa venta-.

Esta estrategia se complementa con renegociaciones intermitentes de la deuda para revalorar sus papeles que extraen excedentes y sudor de estos países.

El equilibrio presupuestario ha de considerar déficit cualquier ítem, excepto el que nombra la deuda externa. Axioma propio de la reingeniería financiera FMI. Al déficit pertenecen salud, vivienda, educación y demás reivindicaciones sociales. El equilibrio se alcanza mediante crecientes tarifas, eliminación de subsidios, defensa de los pobres, focalización de tributos, renovación de sistemas de rentas internas. Y, por supuesto, mas préstamos, fundamento de cualquier Carta de Intención con la que se empedra el camino hacia el infierno.

El especializado equipo ministerial ha logrado que el Jefe de Estado ecuatoriano acepte que esta novedosa técnica es expresión de su voluntad.

“Nuestros” mandatarios son libres, lo que no pueden criticar en Estados Unidos es el atraso de las élites subdesarrolladas y de sus andamiajes estatales, la degradación de los organismos multilaterales, lo usos y abusos de los papeles de deuda externa, los encubrimientos político-militares del FMI. En cambio, han de proclamar disposición al combate -con la opinión y las armas- contra el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción.

El Departamento de Estado examina esta declaración y, si contiene las tres palabras, asigna la mas alta calificación al mandatario que las pronuncia. Pero no se compromete jamás a enjuiciar por crímenes financieros a nadie que haya llevado su transparente cuerpo del delito por esos lares.

De los presidentes profesionales en esta ideología se habían destacado hasta ahora Uribe, Toledo y en ocasiones protocolarias uno que otro mas de Latinoamérica. Esta vez, el jefe de Estado ecuatoriano ha declarado con acento original que quiere convertirse en uno de los mejores aliados de Estados Unidos. Al parecer, Ecuador va a integrar el eje del bien, pues no habrán individuos ni países neutrales.

Este es el mayor peligro que el país enfrenta: la pretensión de integrarlo a la lucha contra el mal. De manera soberana, por supuesto, y sin mas reflexiones que los sís, yes, oks que crecen mientras mayor es el rango del funcionario con quien se reúne el mandatario. La diplomacia y los hábitos hacen que la cortesía se exprese de esa manera.

Las pretensiones de no involucrar a Ecuador en la guerra civil de Colombia desfallecen. No bastan argucias tercermundistas ante las determinaciones de la superpotencia. Se han pronunciado demasiados sís pragmáticos, inconscientes e ininteligibles.

El “sensacional éxito” de la visita organizada por un equipo absolutamente ajeno a la Cancillería es el abismo.

La política exterior ecuatoriana continúa resolviéndose en la banca.

La Canciller sigue en su sitio, proclamando que Ecuador es amigo de Estados Unidos y no aliado (se podría suponer, de la política guerrerista de Bush). Mientras, el Presidente en Washington precisa: “El Ecuador quiere convertirse en uno de los mejores aliados de Estados Unidos”. Allá se entendió, de la política belicista de Bush.

Si esta es la estrategia señalada, las próximas charlas en el Centro de Estudios de Estrategias Internacionales tendrán como tema, “Después de Ecuador, nueva era para la región andina”.


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