Éxodo de sí mismo, negación de la cualidad de un pueblo

La marginalidad fue nombre y señalamiento del suburbio de la estructura social. Se presentó como lumpen de abajo y de arriba. Descomposición de agrupaciones dirigentes del Estado y, a la par, de la masa de empresarios y trabajadores.

El atraso económico de Latino América mostró una inmensa marginalidad, signo de decaimiento de la producción y sobre todo de debilidad para imprimir un curso divergente a la decadencia o un salto de superación.

Algunos países latinoamericanos, entre ellos Ecuador, sufrieron el extremo de esa marginalidad. La emigración se orienta hacia centros desarrollados donde la población envejece y abandona quehaceres que nutren demandas laborales para inmigrantes.

En los Estados atrasados del continente, la comunidad financiera internacional es integrante del poder junto a aparatos especulativos criollos, apropiados de influyentes medios de comunicación. Esta trilogía condujo al abismo la administración estatal y principalizó la generación de una deuda impagable, pago que se volvió coartada y simulacro.

Las nociones del liberalismo fueron sustituidas por el impulso y culto al Estado ausente, por privatizaciones al margen de la técnica y sus consecuencias. Las empresas privatizadas no fueron ni son objeto de control o seguimiento. Los contratos petroleros y el desenlace de Ecuatoriana de Aviación lo demuestran.

Se sumaron otras formas especulativas para absorber recursos estatales y privados por círculos de finanzas asociados nacional e internacionalmente. Ello acarreó colapsos monetarios, administración gangsteril del crédito y de recursos públicos desde intereses privados y estatales imbricados en lo que se denominó instituciones multilaterales.

El ropaje protector se tejió con nociones de anticorrupción, a las que se sumaría el comodín del antiterrorismo, para Ecuador muletilla de participación en la guerra civil de Colombia.

Antes se gestó un axioma que encubría el objetivo real, la lucha contra las drogas. Semejante a la Guerra del Opio que sirvió a la pasión por otros recursos y objetivos militares.

La sociedad sensibilizada ante la pérdida de moral del poder fue reeducada con simple moralina. Noción emocional desvinculada del cuestionamiento real del poder que admite la caída individual de corruptos, garantía de triunfo del aparato especulativo.

Los partidos políticos de ese poder tienen como excedente las nociones ideológicas que los constituyeron y son parte del fin del sistema político.

La política exterior agonizó en la imposición de fronteras definitivas al Estado ecuatoriano. Para justificarse, el poder sugirió modificar la historia. Desde entonces optó por asumir la condición exterior impuesta en todos los ámbitos. Carece de estrategia y tácticas propias.

Ninguna manifestación política posee perspectiva nacional, es como si nada le perteneciese a la nación. Ni las ideas analíticas ni las nociones de restructuración administrativa, legislativa o judicial. Tampoco la economía o la seguridad son políticas nacionales. Todo el sistema de representaciones exhibe el vacío.

La política petrolera está estrechamente ligada al pago de la deuda externa. Su monto en el presupuesto será lo que ha sido, directamente correspondiente y proporcional a ese egreso. Además, el destino de la contratación petrolera fue generalmente previsible.

La comunidad financiera internacional usurpa la voluntad nacional en el eufemismo denominado Carta de Intención.

La intervención estatal en el IESS lo condujo al descalabro. La pretensión de utilizar recursos previsionales en el financiamiento especulativo al que está obligado el Estado podría impedir su recuperación.

Cada mañana, la información que cae como tormenta moralista anula toda posibilidad de comprensión social y crea inconscientes estados de ánimo.

Los servicios que ofrecen el sector público y, en especial, el privado ligado a las telecomunicaciones conforman monopolios extorsionadores, ineficientes, inapelables e impunes.

La educación sufre parálisis de varias décadas. No la requiere la producción ni se la reconoce función estatal de desarrollo. Sucede lo mismo con los sistemas de salud que enfrentan su mayor retraso.

No existe salida para esta economía y la miseria que multiplica. Se diría que la marginalidad ahora corresponde a toda la sociedad. Momento en el cual los pueblos optan por el éxodo.

El éxodo no radica exclusivamente en la emigración. Se desata en quienes se mantienen inmóviles dentro del territorio, aislados, frágiles, sin voz, visión ni comprensiones.

El éxodo mayor de un pueblo es el de sí mismo. Entonces decae y niega su cualidad.

La población se asimila a un torrente de individuos aislados de fácil amontonamiento, pero no en el movimiento social que la historia reconoce como pueblo.

Así, el mundo subdesarrollado tiene la mayoría de habitantes y el menor número de pueblos.