De los Estados del continente americano, el que mas desconcierta por su servidumbre, saqueo y destrucción es el ecuatoriano.
La dolarización causó extrañeza en algunos círculos norteamericanos. No porque afectara a la economía estadounidense. Pues, por el contrario, le ofrecía gratuitamente el respaldo de una suma notable de intercambios a esa moneda. Como lo dijo Alan Greenspan, Presidente de la Reserva Federal, la FED resuelve la política monetaria desde los intereses del Estado americano y «no en relación con el interés de ningún otro».
Una comisión del Congreso norteamericano (en presencia del jefe de la última renegociación de la deuda externa) planteó una estremecedora pregunta: ¿saben ustedes que país que pierde su moneda pierde su política?
Ante esto, los partidos –empresas tercerizadoras del poder– proclamaron su satisfacción al advertir que el dólar se devaluaba con menos velocidad que la que esos mismos círculos le imprimían al sucre.
Pero la renuncia a la soberanía monetaria, respecto de cuya legalidad ninguno de los partidos tercerizadores reclamó jamás, abrió el espacio de la impunidad en el ejercicio de la subordinada política.
Se habían aceptado de manera incondicional –o mercantil, se dijo– los criterios vinculantes y su ratificación de lo que sería la penúltima mutilación territorial de Ecuador. Desde entonces, se unieron el silencio en nombre de la paz en el sur y la alharaca por acciones bélicas en la frontera norte.
La tercerización en la administración del Estado tiene vigencia, uso y sostén en la comunidad financiera, vértice principal del poder.
En el mismo sendero, la declaración hecha a nombre de las Cámaras el 21 de junio (obviamente no refleja el pensamiento de sus integrantes) clamaba por los monopolios petroleros y su seguridad jurídica. Olvidaba que el Estado jamás cambió un contrato y que la vida del petróleo le pertenece a la deuda y a esas empresas. A nadie mas.
Desgracia para Ecuador es que sus empresarios no busquen un nuevo poder ligado a la producción sino la continuidad en las ventajas que ofrece la sombra del mas fuerte.
El mismo séquito de subordinados contribuyó al establecimiento subrepticio de la Base de Manta. Fue un antecesor de James Hill quien informó de los centenares de vuelos previos que habían realizado para dicha instalación. Ninguna autoridad ecuatoriana conocía nada. El método se hizo tradición.
Así, en nombre del narcotráfico –o sin explicación– en el mar territorial es posible hundir barcos sin conflictos jurisdiccionales cuya última estela desaparece sin acercarse a la información. Saben que al mando del Estado ecuatoriano ya no hay representantes de la nación sino su personal en servicio.
El Plan Colombia llegó sin que nadie lo viera. Se trataba exclusivamente de la lucha contra el narcotráfico. Hasta que en su última visita (16 de junio) el Jefe del Comando Sur informó que el combate ahora es contra la guerrilla.
Consecuencias de las fumigaciones no existen ante los cegatones ojos de Carondelet. La administración nacional podría hasta someter a experimentos biológicos a la población y creer que inocula la panacea universal.
La Asamblea General de la OEA fue tan light como útil su estrechez. Derrochó prevenciones embrutecedoras en este continente cuyo mayor problema, según su parecer, es la corrupción.
Nuestros manangers se exhiben complacidos en el TLC manejado únicamente desde intereses norteamericanos. Por eso también la palabra de Stiglitz advierte a los ecuatorianos sobre el significado de ese potencial «acuerdo» (El Universo, 27 de junio de 2004).
Ecuador está bajo las imposiciones de una delegación de sirvientes. Cambian soberanía por estabilidad. La compran por tiempo. No tiene políticas propias ni monetaria ni internacional ni económica, lo que éstas involucran y sus consecuencias se resuelve fuera.
Sin embargo, la derrota histórica que ha significado la presencia de este poder especulativo, desde 1976 hasta el presente, podría aproximarse a un extremo cuestionamiento.