EEUU negocia sin contraparte

¿Cuál es la agenda en la que se concentra la expresión de los intereses nacionales? ¿Cuáles son las reales pretensiones de la contraparte norteamericana?

Lo fundamental cabe en una frase: Ecuador pone el precio a cientos o miles de productos aceptados y Estados Unidos impone (continúa imponiendo) la desregulación del Estado hasta su anulación en esferas de interés estadounidense: quehacer económico, uso geopolítico de nuestra jurisdicción territorial, política, control estatal y de nuestros recursos humanos, institucionales y naturales.

Nos coaccionan con una extensiva comprensión de propiedad intelectual, es decir, de objetos, sujetos y bioprocesos apropiables, de relaciones jurídicas de exclusividad excluyente de nuestra propiedad. Nos emocionan con la fácil obtención de licitaciones, concesiones y resoluciones favorables a sus empresas. Nos acicatean en el manejo de la deuda externa y nos maravillan con proyectos ficticios de endeudamientos irrevocables. Nos atribuyen el dominio que ejercen sobre la energía y las telecomunicaciones del país.

Ante esto, Ecuador implora favores relativos a productos, aranceles, preferencias, cupos y precios.

La desproporción en la negociación es abismal, en particular el sentimiento nacional entre unos y otros negociadores. El Estado norteamericano está presente; el Estado ecuatoriano está ausente de los espacios de interés estadounidense en nuestro territorio. Todo esto es un atentado contra la sana interacción entre dos Estados, mas aún si se lo hace de espaldas al sector productivo, a advertencias históricas y a la transparencia requerida frente al pueblo ecuatoriano, que en última instancia también debe decidir sobre el destino de esa negociación.

El presidente Lucio Gutiérrez ha perdido autoridad para negociar o firmar en nombre de la República del Ecuador, pues no goza de la confianza y el crédito ciudadano para la representación soberana que supone un TLC.

La desproporción que se da en las propuestas, manejo de temas, conocimiento técnico, vínculos y datos de que disponen las dos comisiones, la estadounidense y la ecuatoriana, es descomunal.

En Estados Unidos, su representación no es impugnada, mientras en Ecuador la protesta crece respecto de la comisión negociadora. En varios países, ante reclamos menores, los gobiernos han cambiado a los comisionados y han incorporado incluso contradicciones mayores, pero que hacen el interés diverso de la nación.

Nos compran el porvenir con mejorados precios de exportación. No tenemos gobierno ni comisión negociadora que hablen a nombre del interés nacional, solo un espejo que refleja la imagen de la contraparte.


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