Los NOes de Francia

El referéndum sobre la Constitución europea concluyó en mayoría por el No. Decisión que vetó, entre otras, el carácter absolutista de una concepción neoliberal en la creación del sujeto europeo que pretendió tener palabra en la política mundial. El No pospone y reconstituirá esa palabra.

El No sumó 54.87% de una gran participación ciudadana, 70% del electorado. Reacciones y objetivos distintos tensan el espíritu estupefacto y creador de 25 naciones.

Francia fue el primer Estado nacional, expresión política de la economía nacional que surgió en la revolución industrial.

La condición política de Francia fue factor de previsión del destino de los Estados.

En Mayo de 1968, un graffiti premonitorio de la globalización presintió el umbral del Estado nacional: «Francia para los franceses, consigna fascista». Hoy fue también slogan de otros noes, no necesariamente consigna fascista.

El No se diversificó. Uno pertenece a Jean-Marie Le Pen, imagen tardía del fascismo por su ferocidad anti-inmigrante. Otro manifiesta contra la constitucionalización del neoliberalismo económico y «por una Europa social». Un tercero confiesa “miedo a la nueva Europa». Un cuarto es castigo al gobierno de Jacques Chirac.

La UE reduce su ritmo y deberá rehacer su contenido.

En Europa algo inconmensurable se asfixia. La OTAN no es la base única de posible defensa colectiva de los Estados miembros. Europa no se construye evidentemente contra EEUU pero tampoco puede hacerlo bajo su dominación.

La UE nació de crecientes comprensiones de postguerras mundiales, de la conciencia de guerras civiles aún latentes, de su leve y expandida percepción de estar enajenada.

En 1951 se inició con acuerdos por productos, la Comunidad Europea del Acero y el Carbón.

En 1957 el Tratado de Roma dio origen a la Comunidad Económica Europea que no alcanzó a llenar esa expectativa.

El Tratado de Maastricht en 1992 consagró la UE, cuya conquista estelar fue el euro en 2002.

En el intervalo se elaboró el Tratado Constitucional al margen de una legítima representatividad democrática. En él los europeos renunciaban a toda alternativa de otra posible Europa, capaz de observar no impasible el caos y violencia en la diversidad étnica y cultural del Este europeo colmado otra vez de tragedia.

La Europa de entonces no abordó la conflictividad social del ingreso de diez países que en 2004 llegaron de otra experiencia, la mayoría del derrumbe del campo socialista.

El mercado de trabajo transparentó su abandono y el sometimiento social en el nuevo sujeto europeo.

El crecimiento promedio de la Europa de los 25 permanece rezagado frente al crecimiento norteamericano, donde el consumo estimulador de la producción cuenta a su arbitrio con el ahorro y recursos del mundo subdesarrollado.

Por ahora, la UE persevera en crear un escenario de diálogo frente al monólogo unipolar político y militar del mundo. En lo inmediato, ese diálogo no tendrá lugar. Queda el vacío y la irresuelta Europa social que habrá de cimentar.

Mientras tanto, China se apresta a multiplicar la polaridad del mundo. Reinventa la brújula.