Despertó estupor, sorpresa e indignación en el seno de la banca: “el despropósito”, una Ley para la rehabilitación de la producción nacional que orientaría el crédito al sector productivo, el 75% de los depósitos. Evitaría la fuga de capitales y mas.
La ley, todavía un borrador, entrevé el papel de las fuerzas que resuelven sobre el Estado.
La banca opera a distancia del crédito productivo. Las finanzas en Ecuador no han vinculado el capital bancario con la industria sino con el aparato estatal, los dineros fáciles del Estado y el privilegio de impunidad (aún más fácil) que ofrecen las multilaterales y un puñado de grandes medios de comunicación. Trilogía del poder que determina al Estado ecuatoriano.
La idea se nutre de la etapa en que LFC era Presidente de la Cámara de Industrias y quizá de alguna silenciosa crítica a este prolongado período en que el PSC ha respondido de manera casi exclusiva al interés que el proyecto hoy impugna.
Cambios importantes aportarían una buena ley si no tuviesen que enfrentar la existencia de este poder.
No se trata de un erróneo arbitrio de la banca sino de un interés conminatorio que subyuga al conjunto de la nación y el Estado.
La banca invoca “el mercado”, el otro nombre de la voluntad del oligopolio que domina.
Para suplantar el cambio es posible que varíe la dirección del crédito, que se reduzca el spread de las tasas de interés y que algún porcentaje mínimo corra el riesgo al que hipotéticamente está llamado el capital financiero.
Pero sustraer la banca del control que ejerce sobre el Estado exige algo mas que esa probable reforma económica, asciende a separar esas dos instituciones, banca y Estado, como Alfaro lo hizo al independizar al Estado de la Iglesia. La reforma política es condición previa y de resguardo al propósito del proyecto.
Será necesario organizar una administración nacional que libere a la banca del parasitismo y la usura, que navegue en las turbulentas aguas del mercado financiero sin fraudes, bulas y licencias.
El PSC no advierte que el proyecto rebasa su política y cuestiona al poder. Transita solo una prueba de lealtad. Pero LFC al parecer podría denunciar la función de esta banca y demás vértices de la trilogía del poder.
Estuvo al borde de hacerlo cuando denunció la renegociación última de la deuda. Pero sepultó su obra en el individualismo acusatorio. Hoy no debería sumergirse en ese pantano.
Un Estado que recupera la obligatoriedad de la tasa referencial es autónomo respecto de la banca. Eso es el estadounidense, cuya determinación radica en la base industrial militar, técnica y científica de la producción. Bajo esas condiciones, la especulación, actúa en el seno de la producción. Ámbito de su desarrollo y de su tragedia social.
En el caso de Ecuador, solo está presente el árido círculo de la improductividad, los sentimientos encontrados que desatan en la banca las remesas y los coyotes, y la cada vez menos conmensurable tragedia humana.