El domingo 15 de abril se impuso el derecho de la ciudadanía a ser consultada, lo que venía siendo escamoteado por escombros partidarios. Ese derecho será garantizado en las futuras normas supremas.
Este ejercicio ciudadano mandó convocar a una Asamblea Nacional Constituyente de plenos poderes. La ciudadanía votó por un SÍ a la ruptura con el proceso de enajenación del Estado, subordinado por 30 años a los dictámenes de multilaterales, banca y un sector de medios de comunicación.
Esta trinidad debe ser separada del usufructo directo que obtiene del control del Estado. Fue encubierta por representantes de supuestos técnicos o tecnócratas que memorizaron un discurso axiomático de política económica sin Estado.
La política podía ejercerse en nombre de la verdad contra los que no la entendían, reduciendo la visibilidad de los intereses que sometieron al Estado y que han pretendido anular la visión del poder que decae.
El SÍ es a favor de la ruptura con un sistema político que hizo de un puñado de partidos el espacio de vínculos gangsteriles con la administración estatal y que implantó una circulación financiera, crediticia y monetaria que convirtió al Estado ecuatoriano en su sirviente.
Dilapidaron la explotación petrolera que además se puso en garantía y como principal fuente de pago de un endeudamiento donde los acreedores ganaban lo que el Estado y la Nación perdían.
Inocularon una ideología de impotencia nacional evaluada con “patrones de medida de democracia” para legitimar el bandolerismo político y económico.
El sistema de partidos políticos deberá garantizar la correspondencia de sus quehaceres con el interés nacional y regional. Entre los elementos de su estrategia política, ha de constar la integración en la Unión de Naciones Sudamericanas.
El SÍ está orientado a mejorar la división político administrativa del territorio nacional. Desde 1990 se planteó la modificación de esa estructura de provincias en pos de la unidad nacional y de la diversidad biológica, étnica e histórica como referentes de administración con mayores derechos y obligaciones en cada jurisdicción, factor de emulación y creatividad en el desarrollo colectivo.
El Sí es un plazo improrrogable a la permanencia en Ecuador de la base militar extranjera.
El SÍ es a una política económica que se oriente a la producción, que se ejerza al margen de valoraciones e índices de subordinación del país.
El SI supone proteger la competencia bancaria y el ejercicio exclusivo de sus propietarios de funciones de banqueros que han de ser separadas de los medios de comunicación para bien de la opinión publicada, la banca y los depositantes.
El SÍ impone una reorientación de la educación nacional a comprensiones que incorporen las determinaciones del desarrollo sobre las que actúa la creatividad, la productividad del trabajo y la biología.
El SÍ es un llamado a satisfacer las necesidades de la población en armonía con el ascenso de las condiciones medio ambientales y la protección de ecosistemas sobre los cuales la acción de nuestro país tiene incidencia a nivel nacional, regional y mundial.
El SÍ requiere una nueva dinámica del aparato estatal y constitucional, donde los derechos del individuo sean el principio del reconocimiento de otros de orden colectivo.
La modernidad de un Estado y su condición de avanzada radica en su capacidad de elevar el desarrollo material de la sociedad que administra.
El SÍ del pueblo ecuatoriano dota de una posibilidad de recuperación vital al Estado. Es una propuesta de ir al mañana sin miedo y en paz.