Se ha llegado a plantear que la imagen es todo, la verdad o la mentira. En la imagen caben aciertos, distorsiones, tácticas y estrategias. Gracias a ella, los grandes medios de comunicación, siendo parte del poder, simulan no ser fabricantes de lo que fabrican: la viciosa subjetividad colectiva.
La polaridad transnacional del G-7/8 capaz de producir lo fundamental de la economía, la ciencia, la técnica, simultáneamente crea la subjetividad global. En el mundo subdesarrollado si los medios de comunicación no ceden su tiempo y espacios a las imágenes de la dominación mundial, se destruyen.
En Europa, la convicción de que no existe opinión pública sino la publicada se reconoce en cualquier reflexión.
Hoy por hoy, la cuestión mediática asume la dimensión de los problemas interétnicos y culturales, cuyas batallas se libran en la sensibilidad de nuestro tiempo.
El internet va modificando funciones de los medios de comunicación y abre un cauce (aún no controlado) de libertad a la opinión pública. ésta se rehabilita a la par que decae el peso de la acostumbrada opinión publicada, imagen urdida generalmente por los medios sacramentados.
El individuo ha adquirido un nuevo y creciente potencial comunicativo.
Los medios de comunicación colectiva no podrán seguir siendo lo que han sido ni en su influencia ni en la accesibilidad que ofrezcan a la opinión individual. Emerge un potencial técnico que modifica la eficacia del gesto y la palabra en ciertos fenómenos sociales y convicciones colectivas. Masivamente, la duda y la deliberación crecen en diálogos y espacios audiovisuales. Experiencias mas críticas y comprensivas preceden y subyacen en la opinión no-publicada, exuberante en el subsuelo social. Emerge paulatinamente al margen de grandes medios de comunicación.
Después de 11-S surgieron dudas y temores inéditos. Se declaró (o develó) el propósito de engendrar una ciberpolicía, parte de un ciberpoder. La cibernética de antaño soñaba esta fase de la Historia como cima de la libertad. Sin embargo, la dualidad ha estado presente siempre de manera intermitente en el progreso tecnológico, evolución de las nociones de libertad e intensificación del control colectivo. La ficción advirtió que a mas del posible acoso digital, los programas de penetración en las computadoras y los antivirus podrían, mientras arreglan problemas virales, substraer la información. Atroz escenario de mando y represión que nos promete la guerra que se inauguró en esa fecha.
La cuestión mediática no se reduce a los intereses conducentes, a la parcialidad impuesta ni a las funciones equívocas que pueda tener un medio. El factor determinante está en las relaciones de propiedad imperantes que deciden el sentido de la comunicación.
En Ecuador, la banca especulativa y un sector de medios se unen por esas relaciones de propiedad, lo que no es problema moral ni de ética profesional. Es su estructura, su conservación, la simpatía por el protagonismo que pueda representar ese poder. La concentración de grandes medios de comunicación tiene un perfil trágico; un puñado de propietarios de canales de televisión mas otro puñado de propietarios de medios escritos en conjunto hacen dos puñados de intereses iguales que confrontan las demandas de la nación.
Ha mucho que un sector estos medios ha dejado de expresar a la colectividad. Se encauza y amuralla, lo hace con hechos, prejuicios, subjetividades, maquillajes, sofismas, entretenimientos. Cultivan las imágenes que requieren sus vínculos de propiedad.
El lento y firme ascenso de la conciencia social sobre el papel de la banca especulativa y sus socios en la comunicación, en la economía, el control social, desinstitucionalización y manejo de funciones estatales ofrece fundamento al optimismo histórico.
La ciencia y la técnica en las comunicaciones y la emergente comprensión colectiva tienen palabra en esta historia. Anticipan el fin de muchos quehaceres de los medios de comunicación del poder.
Bajo ciertas circunstancias, factores tecnológicos determinan la política, pero si ésta persiste en el pasado, la decadencia generalizada se abre paso, a pesar de la técnica. Fenómeno presente en el “nuevo orden mundial”.
La agonía de los medios no está precisamente en el tamaño de su influencia, sino en lo irreversible de su nefasta realización que se manifiesta en la indigencia espiritual y sumisión del poder ante el orden impuesto.