Disciplina global

Factor fundamental de la historia de un pueblo es la percepción de sus intereses y limitaciones.

Por esos cauces erraron hasta asentarse, sumar fuerzas, medirlas, vencer o rendirse, desaparecer o renacer. Fueron imbricando demandas, ofertas, aptitudes. Tensaron y armaron resultantes distintas.

La noción de necesidad la impuso el mas fuerte. Sin embargo, los dominantes y los imperios tuvieron que soportar inclusive la decadencia por haber sometido a otros. Los historiadores resumieron esta experiencia al paradigma de Roma: cada pueblo periférico era eslabón de una cadena que la aprisionaría hasta sucumbir.

Esa visión se ha debilitado. No obstante, una práctica semejante continúa y arroja el mismo aprendizaje cruel y apasionado.

Ya no es posible que un país subdesarrollado logre, desde su solo interés, por ejemplo, salir del subdesarrollo. La entraña internacional, y más aún la mundial que se gesta, se interioriza en cada Estado y determina las urgencias que echan al abismo a sus generaciones.

A comienzos del siglo XXI, ningún país sorprendido en el subdesarrollo encuentra respuestas. Antaño, las rebeliones estremecieron imperios, pugnaron por libertad, autodeterminación, armonía, comercio. En la actualidad, el ser activo, libre, autodeterminado ya no es plural. Parecería que existe un único sujeto. Los demás permanecen pasivos, sumisos, sin sentidos, movidos a control remoto. Son objetos y los objetos no se revelan. Lo hacen en la imaginación, en el escenario donde ha mucho encendieron el espíritu de espectadores que glorificaron inclusive la tragedia.

Pueblos y naciones inmersos en redes estatales atrasadas se rinden “inteligentemente” ante la presión destructiva del nuevo orden mundial. Los administradores del subdesarrollo compiten por ser primeros en destruir sus Estados y economías nacionales. Estos héroes modernos son fabricados para hacer viable el destino, la sujeción al desarrollado, la aceptación de su curso de historia, reingeniería de la única política posible. Política en singular.

La pluralidad se extinguió. Queda el miedo como virtud; la propiedad del planeta, para el mundo desarrollado; la mansedumbre, para el sur, espacio de carísimo alquiler y de reproducción de las dos terceras partes de la humanidad.

Hagamos un esquemático inventario.

En Ecuador, la política monetaria no nos pertenece; la económica, la dictan las Cartas de Intención; la administración estatal es guardiana del crecimiento de la deuda externa, instrumento político y no financiero, sin embargo ítem cubierto en cada presupuesto; la política de privatizaciones prioriza la concesión de recursos energéticos al margen de toda estrategia nacional y deja al ámbito del déficit la educación, salud, investigación; el población excedente se exporta; la política militar va según el enemigo definido por las armas de la globalización.

La nación se resigna, ‘la obediencia es la mas alta de las ciencias’ y la cultura afirma, ‘mas vale obedecer que sacrificar’. La ideología protege las prácticas señaladas, suma adornos subjetivos, moralistas e ilusiones que impiden ver al poder y la posibilidad de organizar otro distinto. La memoria histórica se modifica en pos de la justificación del presente y de su aceptación ineludible.

El poder que captura estas naciones teje su red con hilos financieros y mediáticos en una atmósfera sin fronteras. Subyuga conciencias, imaginación, ilusión, pesimismo, optimismo, decaimientos colectivos.

La disciplina global nos obliga a ser idénticos. La obediencia es una sola, unifica la diversidad.

A partir del siglo XXI, la Historia vuelve o resucita. El arca de Noé ha partido del diluvio universal al de la globalización. La diversidad se posterga, queda en la evocación, en la cual siempre habrá una reservación o gueto para miserables en multiplicación.

El diluvio de hoy es mayor que el de la tempestad bíblica. Está hecho de calentamiento cósmico, sequías, pestes, ausencia de garantías, pérdida de derechos individuales y colectivos, armas de destrucción masiva y planetaria, violencia científica y poda festiva de la especie humana.