El tiempo es la frontera

15 de enero de 2003 se inicia un proceso político que confronta sueños (prematuros o tardíos) de un electorado que puso en escena a mandatarios de vínculos aparentemente frágiles y de brutales presagios de confrontación lanzados desde los representantes del anciano régimen en diversas funciones del Estado.

La experiencia del poder y la de sus partidos han concluido en que es mejor gobernar o conspirar sin ser vistos, sin corporeidad, a través de otros. En el caso de la Presidencia del Congreso, el partido “mas votado” no propuso candidato. Bajo las actuales circunstancias, hubiese sido posible que el jefe de Estado entrante apareciese con la banda presidencial y diga que se la entregó el invisible Presidente del Congreso, a quien, como en el cuento del vestido del Emperador, solo los tontos no podrían ver.

El Gabinete -virtuoso y virtual- simula y realiza visualmente el cambio y la inercia. Semejante a ciertas lucubraciones del Presidente que descubren, afirman y niegan simultáneamente circunstancias que se avecinan a entramparlo.

Intensidad y límites del desenlace están en la realidad, no en la conciencia.

El gobierno que se instaura no es reconocido plenamente como representante de la gama del poder tradicional. La anquilosada y autocrática representación política del sistema tiene temor, mas que al cambio, a su desplazamiento.

Algunas fuerzas económicas estarían por remozar expresiones políticas y actores. El supuesto es reconducir sueños y utopías a los horizontes de la vigilia y el pragmatismo, único sendero frente al nuevo orden mundial que determina orientación, sentido y extremos del presente de los Estados.

Cualquiera que sea el drama político, el mismo pasado no volverá. Se agotó su existencia.

Este día presagia batallas necesarias o antiguas victorias y derrotas.

Será la guerra en los Andes.

La incontrolable pauperización de masas que cuestiona al FMI, sus bancos, controles y funciones políticas.

La gestación del doloroso y lento renacimiento de fantasmas heroicos y traidores de todos los tiempos.

El cultivo de ideas nuevas cuando las gastadas están insepultas en cerebros vivos.

La organización de una moderna forma de Estado aún no considerada.

Numerosas generaciones reciclables transitarán el paso de esta realidad a la utopía de crear una inédita, cuyo motor de producción desarrolle y libere el humano crecimiento.

Impedir que el petróleo -única producción “nuestra” de significación mundial- sea factor del mayor desastre ecológico y ambiental del país.

Convertir a Sudamérica en nuevo sujeto histórico.

Colectivamente asumimos que el tiempo es una frontera.

El presente porvenir, lúgubre o diáfano, tiene fecha: 15 de enero de 2003.


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