Costos de la democracia y la liberación

El viernes 17 de octubre se desprendió de la Presidencia Gonzalo Sánchez de Lozada. La gravedad del hecho lo llevó a Miami.

Horas antes de tan espectacular revés para la comunidad financiera internacional y el Departamento de Estado, un alto funcionario del gobierno boliviano fue consultado sobre los caídos a consecuencia de la represión. Su respuesta tuvo la precisión de un especialista en gobernabilidad: «es el costo de la defensa de la democracia».

Bolivianos, aproximadamente cien muertos. Más que en la primera fase de la liberación de Irak. En Bolivia todavía se cuentan los manifestantes muertos, en Irak únicamente los miembros de la Coalición. Los iraquíes no se cuentan.

Si las demandas del pueblo boliviano continuasen, es posible que ese país requiera acciones de liberación y entonces tampoco se contarán los caídos. Ficción que podría ser invadida por la realidad.

El disgusto de liberadores súper modernos se refleja en voceros horrorizados ante el episodio que desconoció al presidente Sánchez de Lozada, educado y formado en Estados Unidos, seguidor de las fórmulas del FMI y privatizador de todo lo que pudo en los años en que fue presidente (1993-97 y agosto 2002-octubre 03).

El resultado fue uno solo, escasas inversiones extranjeras, empeoramiento de la regresiva distribución del ingreso, creciente desocupación restringida por muertes, migración y marginación extremas.

Más de la mitad de la población vive con dos dólares promedio diarios. Tragedia del pueblo y desastrosa prueba práctica de ineficacia de la comunidad financiera, predispuesta a obtener gas a un precio semejante a lo que sería vender el tanque ecuatoriano de 15 kilos en menos de 5 centavos.

La posesión de Carlos Mesa no perteneció a la rutina de rotación de presidentes que mayoritariamente caracteriza la formalización del mando en los Estados latinoamericanos. La escena tuvo contenido y compromiso con planteamientos del movimiento popular.

Carlos Mesa destacó la causa esencial de la movilidad del pueblo boliviano, la soberanía del Estado. No hizo el listado de sus resquebrajamientos ni de su descomposición, pero brindó a la audiencia la convicción de que compartía el sentimiento colectivo y que no requería de más palabras al hablar de esa condición por la que luchan los pueblos y naciones de América Latina.

Señaló las restricciones que enfrenta la nación y la necesidad de refundar su Estado hacia el establecimiento de relaciones de pluralidad y diversidad que recreen y doten de coherencia a la unidad nacional boliviana.

Recogió la demanda de convocatoria a una Constituyente orientada a los objetivos señalados. Fijó en esa realización inmediata el tope de su mandato, con el fin de que Bolivia elija a sus mandatarios sobre las nuevas bases.

El planteamiento estremeció apetitos transnacionales y aquietó a Bolivia.

Anunció que sometería a referéndum consultivo el destino de los recursos energéticos que pertenecen al pueblo boliviano. Planteamiento potencialmente contagioso en la región. Admitió el requerimiento de grandes inversiones que permitan la explotación de gas e hidrocarburos.

Momento especial de la intervención fue su disposición a contribuir a la unidad Sudamericana, con el fin de alcanzar mejor tratamiento de nuestros vínculos internacionales. Lo que además se reflejó en la cálida bienvenida a los representantes de Brasil y Argentina, delegados por sus gobiernos a su posesión.

Carlos Mesa comprimió lo esencial del momento. Era imposible el recuento de los planteamientos del pueblo boliviano. Entonces acudió a la memoria de Antonio José de Sucre, nombre que para él y nosotros tiene sentido de un programa histórico.

Al concluir su discurso, invocó a todos los dioses de los pueblos de Bolivia y al suyo a que los acompañen.

La mirada del mundo se volvió sobre la Bolivia que preside y se la vio despojada –no solo del territorio costero que perdiera en 1879- sino de todo desarrollo de sus fuerzas productivas, subdesarrollada como la desesperanzada América Latina, protegida por la fantasmal sombra de defensas a la democracia y liberaciones semejantes a las que inauguran estos tiempos de guerra del siglo XXI.


Publicado

en

,