En las negociaciones del TLC se ha planteado la aspiración norteamericana de patentar algunos descubrimientos de seres biológicos.
El tema reabre un cuestionamiento a formas de propiedad sobre fases de evolución colectiva o individual de especies.
La humanidad cuestionó un tipo de propiedad relativa mas al trabajo que a la vida, la esclavista, luego que durante milenios cumpliera una función. Aquella experiencia hoy constituye un referente de negación en el tratamiento a los demás seres biológicos.
La humanidad apenas comienza a procesar su función en el espectro de la vida.
Es imperativo de su conciencia, moral, conocimiento técnico y científico llevar adelante un quehacer que no cuestione ni debilite la evolución de la naturaleza, cuyas determinaciones están por sobre los saberes humanos.
La reflexión que se intenta no se restringe a la actividad empresarial. Reducir al comercio la regulación de esa propiedad sería reeditar, en términos aún mas graves, una traslación del darwinismo social como subrogante de las determinaciones de la evolución de las especies. Sería suponer que la cultura está sobre el instinto.
El resultado previsible arrojaría desequilibrios vitales potenciados hasta amenazar identidades esenciales.
La responsabilidad de las determinaciones compete a la especie y, en su nombre, no pueden ejercerla como soluciones parciales actos de violencia o de jurisdicción estatal. La ventaja de esa decisión no califica por la ganancia ni por la superioridad de la fuerza.
La cuestión no concierne al juego de argumentos. Incumbe a una necesidad que está fuera del mercado, de la arbitrariedad de la economía que ha hecho una teoría de la justificación de intereses mínimos. Alude al saber y entendimiento de una especie condicionada por todas las demás, aunque seamos la de mayor capacidad de destrucción.
Es imprescindible que la superioridad de este saber se comparta y reconozca en sus consecuencias. No ha de patentarse. No debe ser objeto de propiedad para abrir la posibilidad de mediación científica.
Se impone una reflexión sobre los vínculos de la economía con la biología. Las relaciones de propiedad con un proceso vital no otorga el privilegio de resolverse en un solo país, constituyen uno de los mas importantes problemas mundiales.
La OMC advirtió que solicitará a los países andinos no homologar invención con descubrimiento de criaturas biológicas para no desplegar cauces equívocos en procedimientos y relaciones con la vida de otras especies.
El pensamiento humano contraría las dimensiones de otras especies y de la suya desde nociones que no admiten el arbitrio del mercado cuya práctica, junto con pruebas o desates bélicos, han mutilado y cuestionan la esencia de la vida.
Junto al factor trabajo, que fue la energía motriz más importante de la evolución humana hasta ahora, se incorpora la biología como potencial motor del desarrollo futuro.
El descubrimiento del mapa genético de los seres vivos y, en particular del genoma humano, constituye la perspectiva de una manipulación que aún ofrece un destino incierto.
El trabajo pudo ser explotado, sometido, sojuzgado o impulsado. Sus niveles sociales permanecen por debajo del de la conciencia humana. Mientras que la conciencia aún es mínima respecto de la naturaleza.
A pesar del lugar que ocupa, esta conciencia ha alcanzado un nivel en el cual advierte que no se debe usar fuerza, arbitrariedad ni creencias para manejar la vida. Se requiere de conocimientos y una condición ética superior para conducir la conservación de la naturaleza en la aproximación del espíritu al universo.