Integración sudamericana

Las armas marcaron la Conquista y la Colonia. Durante tres siglos la hazaña de metrópolis europeas fue devastadora. Redujeron la población a la décima parte. Esclavizaron a los pueblos y en amplias zonas quedaron solo huellas de su existencia.

Se destruyeron culturas, riquezas, conocimientos, casi toda experiencia. Se desconocieron lenguas y saberes productivos. Su historia quedó al margen de la historia humana.

La final derrota de los colonizados se vinculó a la negación de sus dioses, a la imposición de un cristianismo inquisitorial, ajeno a la grandeza de aquel que recorrió el desierto y abrió las catacumbas, al margen de la gestación de principios y valores que posteriormente se imprimieron en la cultura denominada occidental.

En América Latina, el cristianismo no brotó de pueblos en pos de libertades. Se impuso desde la dominación, tormentos, suplicios, tenazas, pailas, instrumentos inquisitoriales, pruebas de la integridad de la fe.

Esa América Latina fue la que se insubordinó, convocada por los Libertadores, hizo desde la consigna militar de la Independencia casi todas las naciones del continente y la opción última de un destino republicano común.

Pero Latinoamérica nació feudal, sin salario y, sin saberlo, tercermundista. Su estructura de poder lo era y el mando de sus Estados aún mas, representaciones del servilismo.

En 1776, Estados Unidos se independizó en la cúspide de la Revolución Industrial. Asumió el trabajo asalariado como relación principal de su economía.

Mientras, en esta parte del continente, la obligación del salario llegó decenas de años más tarde, en algunos países, después de un siglo y en Ecuador, para 1972.

Los nuevos Estados olvidaron pronto las demandas de la Independencia y la significación y trascendencia que la integración de sus fuerzas había supuesto.

América Latina creció lentamente, hasta ser sorprendida, como el resto del mundo, por 1989, momento de debilitamiento de formas de existencia estatal y nacional.

La continuidad histórica actual posee requerimientos semejantes a los de las guerras de la Independencia.

Al final de la Colonia para que exista Latinoamérica era indispensable crear Estados nacionales. Hoy para que Latinoamérica continúe es imprescindible crear sujetos históricos mayores. Uno de ellos, la Comunidad Sudamericana de Naciones. Escenario de transformación y renacimiento de los aparatos administrativos latinoamericanos.

De otra manera será sometida a exigencias de multilaterales o preocupaciones bélicas. El destino para Sudamérica se reduciría a la enajenación de recursos y campañas militares, donde se podará también gran parte de la especie humana.

Superlativos intereses no aceptan la integración, su mejor negocio radica en que Latinoamérica unida no exista.

La integración correría el riesgo de convertirse en el inicio de otra causa independentista, a pesar de la previsión de las actuales generaciones.