Si cae, si cae Cuba…

Gorbachov creía conducir de manera premeditada la transición que la perestroika publicitaba.  Fidel conduce de manera instintiva una defensa de la existencia: «Nosotros no luchamos por perfeccionar el socialismo, no, en estas circunstancias, no, luchamos por la sobrevivencia».  Esa es la diferencia subjetiva fundamental de estos dirigentes.  Las causas de uno y otro proceso son las mismas. 

Cuba es siempre una aventura por la abundancia de signos y la dificultad de leerlos que comienza en los prejuicios y termina en el significado de la historia.

A las 3 de la mañana, el calor juliano es muy intenso en La Habana.  Abrir la ventana del piso 22, apagar las luces y la televisión y esperar el ruido de la calle y de pronto escuchar un quiquiriquí realmente asombra gratamente. Está amaneciendo  -pensé- cantan alrededor del Habana libre.

Al otro día te informan qué sucede, por qué en las casas hay gallos, pavos, chivos, lechones.  Y tu sientes un proceso de ruralización, se cultiva en los departamentos.  La escasez profunda y la pobreza ruraliza la ciudad.  Pero pasan las horas y de pronto lo que habías pensado no es así.  Otro era el problema, mucho mas grave, no es que se hayan ruralizado, sino que se abre una trinchera en todas partes y que, en esa guerra, esta batalla es la decisiva.

Dos voces extremas se cruzan.  Una plantea irónicamente  «pedir perdón a EE.UU.».  Y después, Fidel, una palabra ajena a la racionalidad, una palabra que lleva el instinto de nación, de manada y que rebasa Cuba, un delirio que expresa a su vez el de millones de seres.  La demencia de la lucha por existir soberana y dignamente y que repite:«no vamos a rendirnos».   Y entonces, todas las ganas de entender se disuelven en un hecho real: solo desde una causa superior es posible leer este presente.

En Cuba está aquello que siendo necesario desde la utopía se volvió inviable.  Lo demás es para el turista, la perfección o el mercado negro, Cándida y su abuela desalmada.

Y por eso es que Cuba se convierte en el exponente no de una corriente política sino de un espacio vital de la especie, cuya lectura y protección corresponden a todos los hombres y Estados.

Se despenaliza la tenencia de divisas, porque ahí hay dos mercados, uno que funciona y otro que ha muerto; dos economías, una que produce y otra que especula.  Podrían gestarse dos autoridades y una doble moral, una doble ideología y un solo destino verdadero que no puede ser visto por todos ni en la doblez ni en la unicidad del camino.  El instinto, siempre mas sabio, siempre mejor, alcanza el acierto que la razón no aporta.  Después de todo, las doctrinas y ahora otra vez, esa sentencia: toda teoría es hoja seca frente al árbol verde y frondoso de la vida. 

El peso cubano está destruido, la fuerza la tiene el dólar.  El existencialismo ha invadido esa dimensión.

En la Isla, la humanidad pierde y recupera elementos de una guerra que enfrenta, por un lado, el arma poderosa de poseer la razón de la fuerza inmediata; y por otro, la utopía en la historia.  Para enterrar y resucitar las búsquedas de su condición, la igualdad de los pueblos, las naciones y un concepto de ser humano que nos aproxime al anhelo de siempre, el amor al prójimo.

Cuba tiene el monumento de plaza al Quijote mas pequeño y hermoso del mundo.  En ese monumento hay una frase que explica el porqué lo erigieron  (…) porque no hemos medido el tamaño de los molinos de viento (…).  Esta leyenda se escribió como una profecía.  Ese pueblo, sus hombres y mujeres, en los extremos a los que han arribado, lo han medido, lo miden…   Quizás solamente los recuerdos de Jericó son comparables, con trágica grandeza, a una existencia final sin ley definida.


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