“Hacer país” o construir un nuevo poder

La caducidad de la economía especulativa y el fin de sus ideas que protegen al viejo régimen, demanda construir un nuevo poder.

Las consignas «hacer país», «consensos», «concertaciones», «esperanzas» pierden sentido, y el llamado a «arrimar el hombro» en nombre de la salvación nacional bajo este mismo régimen, no dinamizan transformación alguna.

El poder que fenece lleva al abierto sepulcro a la nación entera.

Para que renazca un país distinto es indispensable conocer y cambiar las fuerzas que conducen el Estado.

El carácter «benéfico» de la banca y la «buena administración» de las instituciones que se publicita, debe demostrarse con el saneamiento del sistema, el descongelamiento inmediato de los depósitos, la vinculación de las finanzas con el desarrollo. Si no se lo hace, es porque la divulgada calificación auditora de la banca no es verdadera.

La mayoría de las discusiones de primera plana en los medios de comunicación son inútiles. Exhibir tecnicismos sobre el paso del IVA de 10 a 15% es superfluo. Reformar el régimen tributario, al margen de un continente político, económico, social para los recursos que se recauden, carece de sentido.

Una realidad emergente requiere renovadas comprensiones. Las viejas nociones conceptuales, al igual que la administración actual, están desgastadas; el esquema ideológico del stablishment, sus plumas y procesadores de palabras ya no pueden siquiera vestir las galas de la literatura del desastre. Son bambalinas.

El capital especulativo nacional e internacional juegan una partida decisiva. Han involucrado a otros sectores para escamotear su determinación en la política (también en la militar), la economía y la ideología. Pretenden ocultarse en hábitos, uniformes y adornos culturales convertidos en biombo de su fúnebre decadencia.

No hay salida con este gobierno. Mahuad es el bloqueo. El es el callejón sin salida. Lo es en su calidad de representante del aparato especulativo. Ancla que no debe continuar en la hegemonía del Estado, disfrazada de los mandatarios que periódicamente elige.

Solo desde una respuesta productiva es posible construir un nuevo poder, reestructurar el Estado, dotar a la sociedad de organización superior, elevar las condiciones materiales y espirituales.

La defunción del sector especulativo es imprescindible para que triunfe el país. Conocer al poder que muere y construir el que espontáneamente nace, constituye la tarea.

Los sepulcros de las potencias estatales también han sido hitos recordatorios del paso del progreso.

Cada vez que un poder decadente se va, la historia avanza.