Del Presupuesto de los acreedores

La proforma del presupuesto general del Estado, presentada por el gobierno, es resultado de décadas de un ciclo especulativo del poder y sus representantes.

No se origina en la erupción de ningún volcán ni acontece por el desbordamiento de algún río, tampoco de la obra de tantas pestes.

Es la conclusión de administraciones ajenas a los intereses sociales, inmersas en la acrobacia bancaria, usura, finanzas piratas, créditos defraudadores y mágicas operaciones monetarias que han succionado de la moneda ecuatoriana todo lo que la sociedad perdía.

Para colmo, ahora, el presupuesto responde a los acreedores, nacionales e internacionales. Financia el desastre. Antes podía vestirse como herramienta de crecimiento. Hoy, no. Refleja la crisis del poder, la estrechez de las fuerzas gobernantes y su límite histórico.

Fue entregado al Congreso para que lo apruebe, de igual manera como aprobó el carácter vinculante de la decisión de los Garantes.

Desde el 10 de agosto de 1998 se intensificaron las presiones que organizan decisiones estatales al margen de toda responsabilidad, la urdida epidemia del miedo.«Si no se aprueba…, ¡guerra!». «Si no se concerta…, el FMI no firma».

Los mandamientos de este poder son claros, inyectar optimismo (carente de fundamento), creer en la inmortalidad de las fuerzas gobernantes, aceptar por miedo.

Pero, este poder ha colapsado. Los mecanismos para equilibrar el presupuesto constituyen un réquiem por él mismo.

El culto a la superficialidad y esta psicosis ante las advertencias externas conducen la contraseña del consenso: arrodillarse o morir.

Ecuador debe convertirse en reclinatorio donde recibamos el buen consejo de los países amigos. Ante la renovada protesta popular, el llamado de la embajada americana. Frente a la creciente protesta, el apoyo del Departamento de Estado. De continuar el reclamo por el hambre, la presencia del máximo personero del BID. Por diferencia de opiniones (importante para los acreedores) entre el Parlamento y el Ejecutivo, el consejo del superpotente asesor técnico. Y, siempre, preseas por la defensa del orden democrático.

Por ahora, todas éstas han sido presencias diplomáticas. Ojalá, no se requiera de otras fuerzas externas para defender los intereses acreedores gobernantes del rechazo popular a la deuda que amontona los mayores actos de corrupción de la historia del país.

La proforma refleja la continuidad del atraso, el retroceso en todos los planos de la vida social.

No obstante, hay salidas. La mas importante, constituir otro poder. Los actuales intereses económicos y políticos responsables de este desastroso momento solo pueden reivindicar para sí, el equilibrio del terror. Los futuros presupuestos no han de financiar desastres especulativos, sino la salida de la crisis y el comienzo del desarrollo.

Se tratará de reducir la determinación de los acreedores sobre la capacidad de reflexión de la sociedad o de los futuros gobiernos. Lo que se haga en pos de construir nuevas fuerzas será la mayor conquista para superar esta tragedia a la que el Presidente Mahuad ha prestado su imagen.


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