En nombre de “la paz” y “los pobres”

Cuando la Iglesia Católica había alcanzado el cenit de su fortaleza “cristianizó” a los pueblos aborígenes de América. El método fue una práctica cuyo nombre estremece la historia del dolor, la Inquisición.

El método se trasladó hasta el presente y contagió a las clases y círculos del poder.

En nombre de “la paz”, avaluada en tres mil millones de dólares, el gobierno de Mahuad-Noboa renunció a reconocer la derrota nacional. Entonces no se entendió que simplemente se buscaba pasar el ejército de la frontera sur a la del norte.

Años después de la II Guerra Mundial, los Estados europeos firmaron los Acuerdos de Helsinki, asumiendo triunfos y derrotas que modificaron el mapa político. En Ecuador, el Estado derrotado entregó la responsabilidad de la demarcación a los Garantes, para que el gobierno ecuatoriano pudiese declarar “Tiwintza es nuestra”.

En nombre de la lucha antinarcótica, el denominado “zar antidrogas” informó que Estados Unidos había realizado 1.800 vuelos previos al establecimiento de la base de Manta. La “discreción” y el “pudor” del poder “nacional” permitió que nadie viera, escuchara o advirtiera el significado de aquello. Hoy, Ecuador entero es una base.

En nombre de “la soberanía”, el Canciller farfulla que el Plan Colombia es un problema del “hermano país”. Simultáneamente, el Secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, declara que el Plan es irremediablemente regional y el Comando Sur no duda sobre el significado militar para la región de la guerra civil colombiana.

El gobierno encubrió la mayor estafa al ahorro nacional con el congelamiento bancario, la devaluación, la práctica de la AGD. Luego, se entregó al amparo de la unipolaridad militar y renunció al manejo parcial de la circulación del dinero, a la soberanía monetaria. El dólar va y viene como política militar. Por esto, la dolarización no requirió ninguna reforma previa, fue suficiente una declaración.

En nombre del flujo de capitales, el FMI escribe las cartas de intención y “nosotros” las firmamos, como alguna vez lo dijera el presidente Gustavo Noboa, según lo publicó diario El Universo. Y, estas cartas se rescriben hace 20 años.

La deuda externa se la renegocia en nombre de las mismas ambiciones que la engendraron. Y esta crece oculta en porcentajes presupuestarios. Su pago se integra a la historia del concertaje financiero. Soportamos la mayor usura del mercado mundial, el 12%. Y, la inversión no llega.

En nombre de la siembra del petróleo para “los pobres”, desde hace 30 años, Ecuador ha vendido mas de 50 mil millones de dólares, y la miseria es dos veces mayor que hace 30 años.

En tiempos de modernidad, el país tiene que renunciar al control del flujo del crudo y al petróleo mismo. Una construcción necesaria, la del oleoducto de crudos pesados, pertenecerá a la élite empresarial. Su monopolio será “el salvador”. Tendrán en sus manos la exploración, la explotación, el paso, el control del flujo, la selección de clientes, el destino del crudo y el establecimiento arbitrario de la tarifa de transporte.

El petróleo restante (el estatal), podrá pasar por ese tubo cuando así convenga a las empresas, de acuerdo a este “rentabilísimo” renunciamiento que involucra todo el control del flujo petrolero.

Se suponía que la modernización privatizaba a condición de establecer la competencia. Pero, no. Las cinco hermanas tomarán a su cargo (sin que nadie lo vea) también el SOTE y la política del Estado se llamará OCP Limited.

Este último “acierto” modernizador se lo ha adoptado en nombre de los pobres. Al igual que la política de ajustes de los últimos 20 años, y los suplicios de antaño.

En estos momentos, en nombre de “los pobres” y “la paz” se declara “inadmisible” que los indios “impidan trabajar”, que su protesta “intente otro golpe de Estado”. En este país, los indigentes dan golpes de Estado para que los de pedigrí sigan dirigiendo todas sus funciones.

Y, para bien de esta protegida democracia, el gobierno se ha propuesto recuperar la experiencia inquisitorial de los tiempos idos.