Presupuesto para una historia inútil

El presupuesto del Estado ecuatoriano está inmerso en una disputa por adecuarse a las antiguas y renovadas exigencias de la creciente deuda externa, a los invisibles e irreductibles gastos prebélicos en la frontera norte, la reproducción de la base material del poder auspiciado por la “comunidad financiera internacional”, las advertencias técnicas del FMI, cuyo interventor, Jeffrey Franks, señala con franqueza los peligros de la desobediencia, para mantener el visto bueno del Fondo y sus adscritas “ventajas” tales como la «inversión extranjera» y el «apoyo» de otros organismos, gobiernos y del Club de París.

La reforma tributaria y, en particular, el incremento del IVA están circunscritos a esos linderos.

El gobierno justifica sus pedidos al Congreso con los mismos argumentos que ha repetido durante 20 años: el equilibrio fiscal, los beneficios para los pobres, la reducción del riesgo-país y de las tasas de interés, la reactivación económica, la técnica que a bien se tenga y la bendición internacional.

Este catecismo financiero, presupuestario, crediticio, monetario se ha depurado. Se pronuncia casi sin acento. Pero, pocos creen en él, pertenece a una religión sin dios y de pocos fieles. Aunque secta de pocos devotos, sin embargo son suficientes para satisfacer las demandas gubernamentales y las de la comunicación colectiva. Poseen el saber que se acomoda a cualquier tiempo, aunque los tiempos cambien.

También por este medio se debilita el subdesarrollado poder. Cada día responde menos a los intereses nacionales y depende mas de los de la Comunidad.

Este poder está hecho de empresarios de la política o de representantes de esa Comunidad. Reconstituye una casta usuraria que se contenta con migajas. Grotesca caricatura de la gran burguesía y élites que forjaron las economías y Estados nacionales de Europa y Estados Unidos.

Es un poder que celebra la venta de sí mismo como si imitara el festejo que se hace en el Norte de la capacidad inventiva.

Cuando estos «mandatarios» adoptan la pose de soberanos provocan la risa de ese Norte que los desprecia y los compra como valores mediocres.

Estremece el atraso en el país.

La historia presente aparece inútil.

El presupuesto es solo un virus mas en el contaminado y dulce sufrimiento del poder.

Un día esa casta se liquidará por sus propias conquistas.

Entonces las fuerzas que hacen este proyecto de nación también definirán otro proceso histórico.


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