El propósito de ALCA constituye una tendencia histórica real. Negarse a ella sería, en el mejor de los casos, un romanticismo nacionalista. El proceso económico de la América subdesarrollada será inevitablemente destruido. Se diría que esta es la premisa de toda construcción.
Antes de ascender a un nuevo estadio de su evolución, la historia niega el instinto al poder que sepulta. La dolarización fue el clímax de esa existencia sin instinto junto a la incorporación disimulada del país a la guerra civil de Colombia y la anticipación al libre comercio de las Américas.
El comercio es un conjunto de redes hechas por mercancías y dinero. El manejo estatal de la moneda incorpora a la política como factor en esas redes. Sin moneda nacional esa política zozobra. Hoy, cuando a “Ecuador” le corresponde la presidencia de ALCA, su quehacer se reducirá al de ejecutor de la política del dólar, razón poderosa por la cual ha propuesto compartir la presidencia con Estados Unidos y Brasil, polos y contrapartes reales del continente.
La presidencia de Heinz Moeller en ALCA tiene predeterminaciones, rienda, estrategia, táctica y destino fatalmente prefijados.
Son visibles las circunstancias en las cuales asume: extremada obediencia del gobierno a intenciones ajenas que agrava el riesgo-país; diez mil soldados en la frontera norte, 3 mil en la sur y el resto en la frontera interior; deuda externa creciente en la contabilidad, aunque no llegue un dólar al país, lo que extenúa la capacidad de pago de la población; subrepticia compra de armas -crédito que se dilata explosivamente-; división en el seno del empresariado por alcanzar la mayor rentabilidad del no-ser-nacional; impotencia social indescriptible que se manifiesta en la miseria, la desorganización y el quejido que no alcanza a ser opinión.
Si se preguntase cuán contradictorio es que el Canciller Heinz Moeller, facilitador del Plan Colombia en Ecuador, sea el escogido para presidir ALCA, la respuesta sería tanto como es en su fuente la política económica y la unipolaridad militar norteamericana.
Estados Unidos decidió que debía ser un hombre de esas características quien pueda llevar adelante la anticipación en la creación de la zona de libre comercio. Los países latinoamericanos no podrán adecuar sus aparatos administrativos, productivos y de comercialización a este momento de guerra económica.
La destrucción infalible de las industrias nacionales será la antesala de otro desarrollo.
El progreso económico siempre es precedido por destrucción. Solo entonces cabe la construcción de lo nuevo. Esta vez, a pesar de las presunciones de conducirlo por la razón de los débiles, será posible sin ella y desde el interés del más fuerte.
Enfrentamientos alrededor de la competitividad se desatarán entre países y sus diversos sectores de la economía. Así concluirá este presente.
El estruendo será ensordecedor. Y la sordera no recupera jamás la memoria del ruido. La creencia será de que todo fue hecho en silencio.
Durante este avanzado otoño de su evolución, Ecuador perdió muchas hojas de su historia.
Así se esfumaron las ilusiones nacionales de soberanía e incorporación conciente al proceso de globalización, que un grupo dominante del poder reduce como incorporación únicamente al más fuerte.
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* m. (del lat. fac, imper. de facere, hacer y totum, todo). Fam. Individuo que ejerce varios ministerios, e, irónicamente, el que en todo se mete || Persona de plena confianza de otra que despacha sus principales negocios. (Larousse, ilustrado, 93).