Cambio de poder en el continente

El ALCA no es únicamente el objetivo del libre comercio en las Américas.

Este propósito se plantea cuando las economías y Estados nacionales se desfiguran precipitadamente en la América subdesarrollada y cuando la “competencia internacional” siente los síntomas de su decadencia, mientras la competencia transnacional emerge implacable bajo una regularidad no prevista ni pensada.

El ALCA pertenece a una transición gigantesca, al paso de la economía internacional a la economía mundial. Es un factor mas de esa transición, en la cual la economía comienza a olvidar el “interés nacional” de los países atrasados, inmersos en la inercia de relaciones caducas, carentes de fuerzas motrices internas capaces de dinamizar el desarrollo y la transformación social.

El ALCA será un ducto hacia la economía mundial donde destaquen y trasciendan las disputas y vínculos entre procesos empresariales. Pero un momento antes es desde todas las interpretaciones “América para los americanos”. Europa siente la rivalidad y afirma que el ALCA se construye para enfrentar a la UE.

A la Conferencia de Québec (20 de abril, 2001) asisten los representantes de 34 países a prolongar el pasado en nuevas condiciones. Pero, en realidad, el ALCA anuncia el inicio del fin del “interés nacional” que pretenden representar los 34. Es la cuna de un mundo por venir, donde ese “interés” deja de ser consigna y exhibe el vacío.

Pasarán algunas generaciones antes de observar su arribo a la ciudadanía del mundo y desde ya se despiden de la “patria”, concepto que tiene un origen y un fin en la historia.

Las actuales generaciones sienten ya la emergencia de nuevos valores y la debilidad de los antiguos.

Simultáneamente, la competencia comercial que recorrerá las Américas forjará otra regularidad, que la ficción (no la teoría) prevé en los territorios nacionales (los que se van), mientras los escenarios empresariales apenas llegan, aspiran a ser continentales.

Durante las décadas en que se realice esta transición, el brillo que a todo fin corresponde exigirá que el ALCA convoque, a mas de los 34, a sus enlaces internos, momentos de integración o asociación interestatales que con diversos ánimos se han forjado en la desigualdad que condiciona el proyecto de libre comercio de mercancías y dinero.

La competencia, la administración, la tecnología, la productividad y las ventajas comparativas van a exigir una moneda continental, de manejo común. También será fundamental una fuente de recursos para los países atrasados del continente: la suspensión de la modernización de las armas y de la disimulada carrera armamentista.

El comercio entre países poderosos y débiles aún puede tener lugar sin encontrar obstáculos en la competitividad. No obstante, debe plantearse el problema tecnológico de la región.

Los países atrasados tienen una bajísima productividad tecnológica, lo que no obstruye, por la naturaleza de la ventaja comparativa, la oferta de productos de buena calidad. Incluso, respecto de algunas mercancías, estos países exhiben una elevada capacidad competitiva por sus bajos salarios. Esta “ventaja” de por sí no garantizará el progreso tecnológico ni la superior productividad. Las áreas de mayor desarrollo darán fin a las industrias y empresas ineficientes. Esto es, sin duda, el inicio del cambio del poder en los espacios atrasados.

Las desigualdades definirán la política comercial. Será una premisa de otro desequilibrio en el cual solo participarán los sobrevivientes.