Estados Unidos, Cuba y los pueblos, fuera del ALCA

Concluyó transparentemente la III Cumbre de las Américas.

Dos países están fuera del ALCA. Cuba, cuya ausencia es visible, y Estados Unidos, cuyo liderazgo y protagonismo no ocultaron que el ALCA es su instrumento, pero aún no la normatividad en perspectiva de sus relaciones continentales.

El discurso del jefe de las Américas resonó con franqueza: “me comprometo a lograr la autoridad comercial, (el fast track –vía rápida–, nombre con el que se conoce la autorización legislativa), antes de fin de año”.

El periodismo europeo entendió que “ningún país se atreve a negociar actualmente con Washington, porque ambas Cámaras pueden transformar a posteriori los textos del acuerdo. Washington ha intentado, en esta Cumbre, tranquilizar a sus vecinos del sur ante la hostilidad abierta en el Congreso a tratos comerciales sin garantías sobre el medio ambiente y la protección laboral”. No obstante, la opinión del presidente norteamericano es clara: “la protección de los derechos laborales y el medio ambiente no debe ser una excusa para el proteccionismo” (El Mundo, 22 de abril de 2001).

Por el contrario, el periodismo latinoamericano, se emocionó con tres ofertas de Bush: capacitación y pasantías para técnicos latinos e intercambio de –y entre– estos expertos.

La cosa no quedó ahí, se reafirmaron hermosos deseos sobre democracia, ALCA antes de diciembre de 2005 (sobre estos, Venezuela, en la voz de Hugo Chávez, reserva su posición), derechos humanos, combate a la pobreza, al narcotráfico (esencial para ideologizar ejércitos). No faltaron alusiones a la educación y los indígenas.

Todo habría sido mas real si se planteaba el problema y la necesidad de asumir o crear concientemente una moneda común, si se condicionaba el ALCA a la transformación de la deuda impagable en pagable, si se obligaban a reducir los gastos militares y a no renovar armamentos, si se reconocía que “la certificación” unilateral ofende.

Brasil, el otro polo del continente, con los ojos de Fernando Henrique Cardoso observó el abismo, prefiguró la destrucción del MERCOSUR y, por ahora, en el Palacio de la Alborada (bautizado así por Niemeyer) quiere honrar su nombre.

En México, Vicente Fox, un conservador de los valores de su nación, partidario del TLC, permanece expectante y de pie.

El ALCA, rival de la UE, hace de estas naciones un puente del comercio internacional hacia el transnacional. Este “libre comercio” todavía está fuera de las exposiciones y el pensamiento de las Cumbres de Miami, Santiago y Québec, aunque sea su verdadero contenido. Es posible que forme tempestades mayores que las que teme el director general de la OMC, Mike Moore. En este continente los acuerdos subregionales corren el riesgo de ser desintegrados en las negociaciones continentales, lo cual debilita la posición de los países aislados frente a Estados Unidos, cuya disposición final no es clara. Aún debe integrarse al ALCA al que ha integrado ya a 33 países.

A todas estas reuniones se aproximan masas que protestan fuera de las cuatro paredes de las Cumbres. Sectores emancipados del lenguaje del FMI, que no se sienten representados por la mayoría de los gobernantes allí reunidos, que tienen otra comprensión e intereses sobre la globalización y el ALCA. Desconocidos por el oficialismo, aunque contactados por la policía antimotines, presagian otra violencia y se autodenominan Cumbre de los Pueblos.


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