La guerra civil de Colombia —en esta fase inicial de regionalización— exhibe cierta mutación. Estados Unidos adquirió y dirige ideológica, política y financieramente un aspecto del conflicto ante la debilidad militar, social y administrativa del Estado colombiano.
La prensa informa que la coalición en Iraq tambalea por el giro de España, que abre fisuras en las fuerzas ocupantes, fisuras que muestran el lado oscuro de la “civilización occidental”.
Reflejo de nociones dominantes es la legislación penal. Especialmente vinculada a la pasión por el lucro, esta vez, se encuentra en la pendiente del Estado y la organización social.
Factor intermitente de la historia es la violencia. La del poder llamada del «bien», y la de sus opuestos, del «mal».
Madrid volvió a ser espacio de terror, de dudas y sospechas espeluznantes.
El 30 de enero, El Clarín de Buenos Aires publicó el artículo de Paul Kennedy De Clinton a Bush, un abismo. El autor recordaba haber asistido meses atrás a una de las conferencias que se dictaban sobre políticas estadounidenses presentes y futuras. El ex presidente Bill Clinton era el expositor en la Universidad de Yale,…
«Señores y señoras, ¡lo tenemos!». El anuncio se detuvo. Por un instante, no dijeron a quién. No era fácil comunicar la captura de no se sabe qué, de un cadáver que camina o de un símbolo.
De la calumnia o divulgación deliberada de escándalos delictivos queda el humo que oculta a la conciencia social lo que transcurre en las rieles de una política que levita en titulares de prensa y TV. No hay lugar para la estrategia nacional. Todo se reduce a la sombra que suprime la visión del porvenir impuesto…
Signos, imágenes y actos de fe han aproximado o distanciado al ser humano del reconocimiento de su práctica.
La guerra es aún lo más notable de la historia humana. Ha sido invocada para todos los quehaceres de nuestra especie y repudiada en esas mismas ocupaciones.