Se abisma más allá de la crisis económica. La pendiente cuestiona su existencia. Es inconmensurable la pérdida de recursos y condiciones de reproducción de su riqueza social. La pretendida soberanía agoniza anestesiada y premeditadamente.
En Ecuador no hay política social, aún debe elaborarse. Su lugar ha sido ocupado por simuladas respuestas a colectivos de extrema pobreza e indigencia cuya única demanda es comer hoy. La real protección y asistencia que el Estado ha realizado es al sistema financiero y bancario que usurpó el ahorro nacional.
El lunes 15 de marzo, en cadena de televisión, Jaime Nebot «se pasó» a la oposición. Su intervención desde el punto de vista económico carece de relevancia. En cambio, su instinto de poder lo condujo a actuar donde las circunstancias dictan.
Ecuador tiene dos grandes pretensiones: una, salir del subdesarrollo, que es un objetivo estratégico y otra, modernizar, reestructurar, reorganizar el proceso económico y social para incorporarse a la globalización.
Participamos de un tiempo que ha agotado la compasión, recurso de un agónico humanismo que quedó atrás. No hace mucho, el norte desarrollado se enternecía ante las tragedias que provocaban los desastres naturales y sociales -Biafra, Somalia, Ruanda-, motivaciones últimas de aquella conmiseración moribunda. Las teletonas acumulaban sumas equivalentes al premio de las loterías nacionales. …