La guerra civil debe ser enfrentada como tal en el planteamiento de sus soluciones políticas o militares.
Las elecciones 2002 de Colombia muestran la decadencia de la organización social y el Estado colombianos. El triunfo de Álvaro Uribe Vélez hace visible la estrechez del régimen democrático y el carácter belicista de la todavía incipiente intervención militar extranjera.
El siglo XIX concluyó con la convicción de que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Así pensaron teóricos, grandes políticos y estudiosos de los conflictos bélicos.
Colombia se plantea la dimensión completa del conflicto. Hace más de un año la revista Semana (abril, 13-20, 98), publicó en su carátula el título: ¿Nuevo Vietnam? Interrogante que dilucida mucho.
El día martes 14 de octubre en las primeras horas de la noche el presidente Mahuad se presentó ante el país y transmitió la proposición final: o se acepta la propuesta de los Garantes cuyo parecer será vinculante (y tradujo obligatorio para las partes) o quedan únicamente la paz armada y la guerra.
La presentación de los impasses propone la selección decantada de planteamientos anteriores y la disposición a tratarlos. Es la introducción a un intercambio de palabras con resonancia
La declaración de Montevideo, si bien únicamente comprendió a los países garantes y a las partes del conflicto, se elaboró bajo la mirada del Continente americano, mirada de reproche y amplio llamado de atención que implica todas las relaciones interamericanas.
Se ha levantado cierto clamor por que el Presidente de la República no viaje a Lima, a la reunión con Fujimori. Se considera que la actuación de determinados diputados peruanos constituye desprecio a la posición ecuatoriana. Y esto de hecho es así.