Ecuador en su corta evolución ha conocido los vaivenes de trascendentes exaltaciones y abismales caídas. Transitorias pasiones de dirigentes que representaron, a pesar de las circunstancias, la marcha hacia la voluntad colectiva.
Un reclamo de racionalidad llama a resolver diferencias accediendo a los planteamientos tributarios del gobierno. Se contraponen a ese llamado, sectores diversos que convocan al cambio de intereses en la dirección del Estado.
Los síntomas del descontento popular se manifestaron como los del magma buscando camino. Día a día se incorporaban millares a la protesta. La memoria amenazaba con volverse combustible.
El lunes 15 de marzo, en cadena de televisión, Jaime Nebot «se pasó» a la oposición. Su intervención desde el punto de vista económico carece de relevancia. En cambio, su instinto de poder lo condujo a actuar donde las circunstancias dictan.
Ecuador transita un momento de parálisis en su economía. Las causas inmediatas de esta situación están ligadas a responsabilidades que se desprenden del Gobierno y el Congreso, en particular, de sus desgastados líderes reales.
Un llamado a la unidad para superar la crisis ocupa el país.
Ecuador necesita reconocer sus procesos reales.
Tiempo sintomático el nuestro que auspicia elevar la política, la reflexión y la voluntad. Invoca y enriquece la conciencia.
Los hombres representan los tiempos y los tiempos no son otra cosa que los grados de desarrollo y las relaciones sociales a las que advienen los seres humanos a prestar su voz, su voluntad, su incertidumbre, en fin todos esos quehaceres exhibidos como conductas individuales y colectivas. Por esto, la elección del 3 de noviembre…
La crisis no es consecuencia de la «mafia de empresarios» ni de los «pobres pasajeros» ni de los «solo sentados» ni de los “parados», nombres de una lacerante discusión impuesta por el dogal de la miseria, que apenas mira el terruño del próximo paso. Mientras, en palacio y fuera de él, tertulias pedestres afirman la…