Ecuador ingresó hace dos décadas en el reino de la especulación. «Estrechar los cinturones» fue fórmula del monetarismo; la «flotación» o las «bandas cambiarias», su técnica; los ajustes, la virtud. Todo, de espaldas a la producción y la política social, pero «dentro de la ley».
La historia universal dejó una certeza, los ejércitos cuyas armas las producen otros dependen (en algún grado) de esos otros, aunque siempre tienen presencia en relación con los intereses del poder inmediato.
El fin del poder especulativo en Ecuador se manifiesta con el derrumbe de la banca y su representación política. Sus mitos y obsesiones colapsan. Tampoco se formulan ideas que anticipen el futuro inmediato ni son visibles sus líderes. Las actuales formas de organización social del poder y el Estado se han agotado.
El contradictorio proceso de globalización genera el debilitamiento de los Estados nacionales. No obstante, el conjunto denominado G-7 aparece consolidado, y en particular, Estados Unidos.
Ante el atraso del Estado y la sociedad ecuatorianos, el poder tiene responsabilidad a pesar de la «inocencia» que reviste a cada uno de sus eslabones económicos y políticos.
El denominado Nuevo Orden Mundial ha cuestionado de manera violenta la organización económica, política e ideológica basada en el Estado y las economías nacionales. Se diría que ahí radican las dificultades que permanecen enraizadas en las ideas de esa antigua organización social.
La política es escenario en el que se correlacionan modificándose, integrándose, divergiendo o convergiendo los intereses de un país. Es instrumento de relaciones trascendentes que conforman Estados, naciones, procesos económicos, culturales, organizativos, sicológicos.
Lo dicho por el general René Yandún ha armado en las altas esferas un efímero alboroto con cierto matiz medieval. La verdad en tiempos de «democracia» no debe ser real sino legal.
Durante los últimos años se ha tramitado una nueva relación entre el Partido Social Cristiano, PSC, y la Democracia Popular, DP, expuesta tibiamente en estos días por sus autores y escandalosamente, por sus opositores.
La causa de los ‘independientes’, la profecía acerca de la llegada del ‘outsider’, ‘los antagonismos partidarios’, ‘el abismo entre los ecuatorianos y sus partidos’ son manifestaciones de la ruina del sistema político, del caos y el vaciamiento ideológico.