El petróleo fue transformado en deuda externa acreedora de su totalidad y algo más.
En 1976, a poco de haberse instaurado el poder especulativo que sustituyó al agro-exportador en la conducción del Estado se gestó una transformación en la élite política: dejó de representar directamente al aparato económico y devino ropaje de una tecnocracia intermediaria del triángulo financiero-bancario-mediático.
Devora petróleo, salud, educación, soberanía, posibilidad de desarrollo de las fuerzas productivas. La deuda es instrumento depredador, obedece a grandes intereses externos aliados a grupúsculos encargados de legitimarla, renovarla revalorizarla, a pesar de estar urdida de ficciones. Riqueza de asientos contables convertidos en control político.
El 21 de mayo, León Febres Cordero denunció un «crimen de lesa Patria». Contiene una exigencia que rara vez se presenta en la evolución política de los Estados. No se imputa un crimen que se resuelva en tribunales penales. Es un encadenamiento de dominación que, asumido concientemente, solo tiene solución política.
Este siglo XXI exhibe una potencia ideológica semejante al cenit de las grandes iglesias, cuando sus nociones fundamentan los intereses mas concentrados del globo.
Factor fundamental de la historia de un pueblo es la percepción de sus intereses y limitaciones.
El ALCA destruirá las viejas y rivales estructuras productivas de las economías latinoamericanas.
El resultado electoral del 20 de octubre de 2002 estremeció al anciano régimen. Se cuestionó otra vez al poder gestado en los disparos que se hicieron contra Carondelet desde una funeraria.
La dolarización se impuso a Ecuador como política militar y no monetaria. No requirió reforma financiera ni transformación crediticia ni constitucional. Apenas, reconocimientos estériles sobre la pérdida de funciones del Banco Central.
También con nuevos actores, Ecuador revive el pasado.