El petróleo es aún recurso fundamental. Las potencias y su instancia dirigente, Estados Unidos, emplean redes financieras, políticas y militares para su control. Se añade la institucionalidad internacional, al parecer andamiaje administrativo del G-7.
El golpe nació de la viciosa alianza de la comunidad financiera internacional con la banca especulativa, poder que se encarga de nombrar o echar, premiar o sancionar mandatarios y funcionarios.
Los administradores del Estado ecuatoriano resolvieron inconscientemente incorporar el país a la guerra civil de Colombia.
El Congreso Nacional ha resuelto “autodepurarse”, según el decir de algunos de sus personeros. Y están seguros que guiados por “la anticorrupción” (moral oficial del Estado ecuatoriano) desatarán lucha feroz contra “calendarios sospechosos”, conciencias de alquiler, “reventa de pasajes” y más pecados encubiertos, medio imaginados y medio ciertos.
La estrechez de los intereses que han conducido el Estado y la política, en especial la económica, se ha transformado en catástrofe que se manifiesta como parálisis de las fuerzas productivas, principio del fin de la soberanía, degradación total de la administración del Estado.
Gustavo Noboa podría arbitrar en función de intereses nacionales. Su presencia en la conducción de la República no debe circunscribirse a la ruleta que maneja la banca y el aparato financiero ecuatoriano. Noboa es el producto mas visible de lo que él mismo denominó «el caos del 21 de enero».
La usura moderna cuenta con sus -también modernos- financistas, corredores de préstamos, intrigantes, jueces, escribanos, sirvientes, cocineros y cocheros de la banca.
La forzada espectacularidad ofrecida a los discursos del 9 de Octubre en el Cabildo guayaquileño puso en evidencia juegos tácticos del poder «financiero» que en el pasado auspició parcialmente a Febres Cordero y, en el presente, abrumadoramente a Jamil Mahuad. Son los recursos de la misma política que ha permitido a un sector bancario usar…
Ecuador está atrapado en el pasado. Esa continuidad satura dramáticamente las publicitadas soluciones que carecen de trascendencia.
El 30 de abril de 1999 diario El Universo informó sobre el «Préstamo de FMI para pagar la deuda externa», destino real que significa mantener el concertaje como política financiera. La información describía el mecanismo acordado que reedita el círculo vicioso de la deuda: más recursos para gastos improductivos que se pagan con créditos especulativos.